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Leadbeater Charles - Vida Interna 2.pdf - Agricultura Celeste

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La <strong>Vida</strong> <strong>Interna</strong> - C.W. <strong>Leadbeater</strong><br />

A causa del intenso calor, la Luna todavía seguía en estado de plástico, como barro caliente,<br />

y la Tierra, en los primeros años de su existencia, sufrió tremendísimas convulsiones<br />

volcánicas que lanzaron al espacio enormes masas de roca en distintas direcciones y a<br />

distancias muy lejanas. La mayoría de estos peñascos volvieron a caer en la Tierra, pero<br />

algunos fueron a parar a la Luna, cuya masa hirieron cuando todavía estaba en condiciones<br />

plásticas, y produjeron en la superficie enormes depresiones que ahora llamamos cráteres<br />

lunares. El que se tome la molestia de arrojar unos cuantos guijarros sobre una masa de barro<br />

en perfecto estado de plasticidad verá que por este medio obtiene un resultado análogo al que<br />

observamos en la superficie de la Luna. Sin embargo, algunos cráteres lunares, aunque no<br />

muchos, son verdaderamente de origen volcánico.<br />

Actualmente, la Luna es semejante a una gran bola de carbón, dura pero porosa, de<br />

consistencia algo parecida a la piedra pómez, aunque más dura. Difícilmente se efectúa ahora<br />

ninguna acción física en la superficie de la Luna. Sin duda se está desintegrando lentamente y<br />

se nos enseña que en el transcurso de nuestra séptima ronda se desmenuzará completamente,<br />

sirviendo su materia (y acaso alguna de la Tierra) para la construcción de un nuevo mundo,<br />

que será el único globo físico de la próxima encarnación de nuestra cadena, y lo que quede de<br />

nuestra Tierra ha de ser un satélite del mismo.<br />

En la literatura teosófica se ha solidó llamar a la Luna la octava esfera, porque no es uno de<br />

los siete planetas de nuestra cadena en los que se prosigue la evolución. Por lo tanto, es una<br />

“colilla”, un montón de polvo, un cesto de papeles inútiles, el sumidero del sistema donde se<br />

echan los desperdicios de toda clase, como las personalidades abandonadas por el ego, del<br />

modo explicado en el capítulo Almas Perdidas.<br />

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