Leadbeater Charles - Vida Interna 2.pdf - Agricultura Celeste
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sin sufrir en lo más mínimo.<br />
La <strong>Vida</strong> <strong>Interna</strong> - C.W. <strong>Leadbeater</strong><br />
Sin embargo, conviene recordar que, cuando un hombre vislumbra la meta gloriosa que<br />
a todos nos aguarda, no puede ser ya completamente feliz hasta alcanzarla, y sus<br />
defectos y deslices son para él un perenne manantial de descontento, que es una<br />
modalidad de sufrimiento, de lo cual nadie se verá libre hasta rectificar sus<br />
imperfecciones. “¡Oh! Dios, para Tí nos hiciste, y nuestros corazones estarán siempre<br />
inquietos hasta que descansen en Ti”.<br />
Es materia opinable si es consolador o desconsolador saber que uno sufre porque<br />
merece sufrir; pero esto no altera en modo alguno la indudable realidad de que no<br />
sufriríamos si no lo mereciéramos. Es deplorable que santísima gente adopte la actitud<br />
ilógica e infantilista que los mueve a tildar de falsa toda idea incompatible con sus<br />
prejuicios sectarios. El vulgo dice constantemente: “La enseñanza teosófica acerca del<br />
karma no me parece tan consoladora como la idea cristiana del perdón de los pecados.”<br />
O también: “El mundo celeste de la teosofía no me parece tan real y hermoso como el<br />
cielo cristiano y por eso yo no creo en él.”<br />
Esta pobre gente se figura que sus gustos y disgustos pueden alterar las leyes del<br />
universo y que nada de cuanto ellos no aprueben tenga posibilidad de ser en ningún<br />
plano. Sin embargo, nosotros estamos ocupados en el estudio de las realidades de la<br />
existencia que, después de todo, no se modificarán para aquellos que quisieran que<br />
dichas leyes fuesen distintas de lo que son. En caso de haber alguna víctima inocente,<br />
con seguridad que no lo sería de la actuación de la gran ley de causa y efecto en ninguna<br />
parte del universo, lo cual sería más terrible para nosotros que sufrir las consecuencias<br />
de los pecados cometidos en vidas pasadas. Nunca se insistirá lo bastante en que la ley<br />
kármica no es la venganza rencorosa de una divinidad iracunda, sino, sencillamente, el<br />
efecto subsiguiente natural e inevitable a la causa, con arreglo a la acción de la ley<br />
universal.<br />
Todo individuo ha de pagar hasta el último ápice las deudas contraídas y se le hará una<br />
justicia perfectísima; pero, para esto, no siempre es necesario que una numerosa hueste<br />
de egos tengan que encontrarse reunidos en vidas sucesivas. Si un individuo ejerce en<br />
otro una acción tal que apresure o retarde su evolución, si actúa de modo que produzca<br />
en el otro un efecto señalado o permanente, es seguro que tendrán que volver a<br />
encontrarse para cancelar la deuda, y esta cancelación puede realizarse de varias<br />
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