Leadbeater Charles - Vida Interna 2.pdf - Agricultura Celeste
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La <strong>Vida</strong> <strong>Interna</strong> - C.W. <strong>Leadbeater</strong><br />
He observado que los animales obsesos o semiobsesos por un ser humano, suelen parecer<br />
como alocados de ira y terror cual si, a su pesar, sintieran la presencia de un extraño. Además,<br />
los otros animales de su propia especie, manada o grey, se apartan de ellos, rehuyen su<br />
compañía o temen su encuentro. Los animales preferidos para la obsesión por las entidades<br />
humanas son los menos desarrollados entre los cuadrúpedos, como los bueyes, corderos y<br />
cerdos 1 . Los animales más inteligentes como perros, gatos y caballos no son tan susceptibles<br />
de obsesión, aunque conozco un caso horrible en el que un sacerdote católico se asoció por<br />
este medio a un gato. Además, tenemos el conocido caso del mono de Pandharpur que sabía<br />
celebrar las ceremonias brahmánicas. Pero en la mayor parte de los casos, el alma<br />
obsesionante se ha de satisfacer con lo que encuentre, porque el esfuerzo necesario para rendir<br />
incluso a la bestia más estúpida consume todas sus energías.<br />
1 Seguramente que desde el punto de vista esotérico tiene íntima relación con cuanto expone<br />
<strong>Leadbeater</strong> sobre la obsesión animal, yen cierto modo la corrobora, el pasaje evangélico que<br />
en paráfrasis dice así: “Al pasar Jesús a la otra orilla del lago de Tiberíades, en el país de los<br />
gergesenos, le vinieron al encuentro dos endemoniados que fieros en gran manera salían de<br />
los sepulcros, de modo que nadie podía pasar por aquel camino, y clamaron diciendo:” ¿Qué<br />
tenemos contigo, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido acá a molestamos antes de tiempo?”<br />
Estaba paciendo más allá de ellos una manada de cerdos, y los endemoniados le dijeron a<br />
Jesús: “Si nos echas, permítenos ir a aquella manada de puercos.” Jesús les dijo que fueran, y<br />
ellos se infundieron en la manada de puercos que se precipitaron desde un despeñadero y se<br />
ahogaron en las aguas del lago.” Véase Evangelio de San Mateo, 8:28-33. De este pasaje se<br />
infiere fácilmente la verosimilitud de que los egos errabundo s se hubiesen aprovechado de<br />
sus cadáveres, según expone <strong>Leadbeater</strong>, para ponerse en contacto con la tierra, pues el texto<br />
evangélico dice que salían de los sepulcros y al encontrarse con la taumatúrgica virtud del<br />
Cristo operante en el cuerpo de Jesús, no pudieron resistirla y se infundieron en dos cerdos de<br />
la manada que, alocados de terror (como dice <strong>Leadbeater</strong>) al sentir la extraña presencia<br />
contagiaron de la misma emoción a todos los demás y la manada entera se precipitó por el<br />
despeñadero. A primera vista parece impropio de un redentor del mundo, cual era Cristo, el<br />
permitir que aquellos dos endemoniados se infundiesen en los cerdos; pero si tenemos en<br />
cuenta lo dicho por <strong>Leadbeater</strong> de que la entidad humana se libera a la muerte del animal<br />
obseso, resulta que Cristo les facilitó con ello un medio de liberación, pues al ahogarse los<br />
cerdos despertaría seguramente en el plano astral la aletargada conciencia de los dos egos<br />
errabundos. (N.T.)<br />
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