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Leadbeater Charles - Vida Interna 2.pdf - Agricultura Celeste

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porvenir.<br />

La <strong>Vida</strong> <strong>Interna</strong> - C.W. <strong>Leadbeater</strong><br />

La insensata señorita creyó esas palabras y el aventurero siguió influyendo en su corazón,<br />

hasta que por fin ella consintió en la fuga, señalada previamente para la noche en que nuestro<br />

amigo protector llegó al lugar de la escena. Como en un melodrama, el aventurero esperaba a<br />

la vuelta de la esquina, en un carruaje, y la señorita estaba en su cuarto y preparándose<br />

apresuradamente para escaparse de casa y reunirse con él. Al llegar el momento crítico, la<br />

señorita estaba, como es natural, muy conturbada y titubeando en dar el paso definitivo. Esta<br />

vacilación de su mente y el ardiente deseo de auxilio en aquel trance decisivo, llamaron la<br />

atención del protector, que acertaba a pasar por allí y leyendo sus pensamientos se hizo<br />

rápidamente cargo de la situación y empezó al punto a sugerirle a la señorita la idea contraria<br />

al paso que vacilaba en dar. Sin embargo, ella tenía la mente en tal estado que el protector no<br />

pudo completar la sugestión en la medida de su propósito y miró ansiosamente alrededor<br />

buscando otra persona más asequible a su influencia. Probó de sugestionar al padre, pero<br />

estaba en su despacho absorbido en la lectura de una obra tan interesante para él, que fue<br />

imposible hacerle desviar la atención.<br />

Afortunadamente, el protector vio a su alcance al casi olvidado amigo y casi novio de la<br />

infancia que se paseaba a la luz de las estrellas mirando hacia la ventana de su amada, como<br />

suelen mirar todos los enamorados del mundo. El protector se acercó y al notar la índole de<br />

sus sentimientos, con inmenso júbilo vio que era más receptivo. Su profundo amor avivaba<br />

sus anhelos y fue fácil sugerirle la idea de seguir caminando lo bastante hasta descubrir el<br />

carruaje con el aventurero en espera a la vuelta de la esquina. El amor le aguzó el ingenio y al<br />

punto comprendió la situación que le llenó de horror y desaliento. Debe decirse con justicia<br />

que en aquel momento supremo no pensó en él mismo, ni en que estaba a punto de perder a su<br />

amada, sino en que ella se veía al borde de la perdición y en peligro de malograr por entero su<br />

porvenir. Tan excitado estaba que, olvidando todo convencionalismo, entró en la casa cuyos<br />

interiores conocía desde la niñez y trepando por la escalera encontró a la joven en la puerta de<br />

su aposento.<br />

Ni uno ni otra pueden recordar ahora las palabras que él dijo, pero con fervorosa insistencia<br />

le suplicó que recapacitase antes de dar tan terrible paso y que viera con claridad el abismo en<br />

el que iba a hundirse, que reflexionara antes de precipitarse en el camino de su ruina y que, al<br />

menos, antes de hacer nada, consultara con su amoroso padre a cuyos incesantes desvelos tan<br />

mal correspondía.<br />

La emoción causada en ella por la repentina presencia del joven y el ardor de sus<br />

reconvenciones, la despertaron de una especie de pesadilla, y ofreció escasa resistencia<br />

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