Leadbeater Charles - Vida Interna 2.pdf - Agricultura Celeste
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ACTUACION DE LA LEY DEL KARMA<br />
Es dificilísimo describir con palabras lo que la actuación de la ley kármica ofrece a la<br />
vista del clarividente en los planos superiores. Parece como si las acciones del hombre<br />
elaboraran celdillas y canalículos repletos de energía almacenada por medio de cuyas<br />
reacciones le afectase la ley de evolución. El espectáculo que se le ofrece al clarividente<br />
es como si toda serie de fuerzas actuasen en torno del hombre, aunque sólo capaces de<br />
influir en él por medio de dichas energías que él mismo puso en movimiento. El<br />
hombre está acrecentando continuamente el número de esas celdillas o canalículos de<br />
energía, con lo cual modifica incesantemente las posibilidades de que le alcance la ley.<br />
La maravillosa y casi increíble adaptabilidad y diversificación del karma se muestra en<br />
la entrefusión y mezcolanza de todos estos kaleidoscópicos cambios, a cuyo pesar<br />
cumple exactamente su obra.<br />
Hay otro aspecto del karma que me ha ayudado en los esfuerzos para comprender su<br />
actuación; pero corresponde a un plano tan elevado que, desgraciadamente, no es<br />
posible expresarlo con claridad por medio de palabras. Imaginémonos ver a cada<br />
hombre como si estuviese absolutamente solo en el universo, en el centro de una<br />
indeterminada serie de esferas concéntricas. Cada uno de sus pensamientos, palabras o<br />
acciones emite una corriente de fuerza que se dirige hacia la superficie de las esferas y<br />
estremece la cara interior de la superficie de una de ellas hiriéndola en ángulo recto y<br />
por reflejo regresa, inevitablemente, al punto de procedencia.<br />
La esfera de la cual regresa depende del carácter de la fuerza que regula asimismo el<br />
tiempo de su regreso. La fuerza generada por las acciones hiere una esfera<br />
relativamente más cercana y regresa rápidamente, mientras que las otras fuerzas<br />
prosiguen casi hasta el infinito y regresan al cabo de muchas vidas. Pero, en todo caso,<br />
regresan inevitablemente y sólo pueden hacerlo al centro de donde salieron. Cada<br />
hombre construye sus propias esferas, y la acción de sus fuerzas no está controlada en<br />
absoluto por las del vecino, porque se cruzan y se entremezclan recíprocamente sin<br />
puntos de intersección, como los rayos luminosos de dos lámparas. El medio en que se<br />
mueven no produce roce y, por consiguiente, la fuerza que regresa es precisamente la<br />
misma que el hombre generó.<br />
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