Leadbeater Charles - Vida Interna 2.pdf - Agricultura Celeste
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La <strong>Vida</strong> <strong>Interna</strong> - C.W. <strong>Leadbeater</strong><br />
que la escena representada haya tenido una existencia real, pues pocos sucesos de la<br />
verdadera historia de Inglaterra se representó la imaginación popular con tanta viveza como<br />
los ficticios de algunas escenas de los dramas de Shakespeare, del Viaje del Peregrino, de<br />
Bunyan, y de varios cuentos populares, entre los cuales cabe citar los de La Cenicienta y La<br />
Lámpara de Aladino. El clarividente que vislumbrase una de estas formas mentales<br />
colectivas, podría atribuirles realidad histórica; pero como sabe que son cuentos y leyendas,<br />
por haberlas oído tantas veces en el plano físico, es más probable que se figure haberlas<br />
soñado.<br />
Ahora bien; desde que la religión cristiana materializó los magníficos conceptos confiados a<br />
su cuidado, representándolos como una serie de sucesos históricos, las almas devotas de todos<br />
los países cristianos consideraron un piadoso ejercicio la reproducción imaginaria de los<br />
supuestos sucesos, tan vívidamente como les fue posible y, por lo tanto, con el paso de los<br />
siglos han generado un conjunto de formas mentales tan excepcionalmente fuertes y<br />
relevantes, que no pueden por menos que llamar la atención de toda persona en estado de<br />
éxtasis cuya mentalidad se oriente en el mismo sentido. Sin duda que Ana Catalina<br />
Emmerich, y muchos otros, vieron estas formas mentales; pero, cuando en el curso de su<br />
progreso estos clarividentes lleguen a relacionarse con las realidades de la vida, se les<br />
enseñará (como se les enseña a los que gozan del inestimable privilegio de ser guiados por los<br />
Maestros de Sabiduría) a distinguir entre el resultado de un pensamiento ignorante pero<br />
devoto, y los imperecederos anales en los que fulgura la memoria de la naturaleza. Entonces<br />
se convencerán de que aquellas escenas a las que prestaron tanta atención no eran más que<br />
símbolos de verdades mucho más elevadas, amplias y sublimes de cuanto podían vislumbrar<br />
en los arrobamientos del alma a los cuales les conducía su espléndida pureza y su piedad.<br />
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