Leadbeater Charles - Vida Interna 2.pdf - Agricultura Celeste
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La <strong>Vida</strong> <strong>Interna</strong> - C.W. <strong>Leadbeater</strong><br />
como una especie de ejemplo de la ley según la cual la reacción es igual y contraria<br />
a la acción. También nos ayudará mucho a comprenderla si la consideramos más<br />
ampliamente desde el punto de vista de quienes administran sus leyes y no desde el<br />
nuestro.<br />
Aunque la ley inevitable, tarde o temprano, debe allegar a cada hombre el<br />
resultado infalible de sus actos, no se apresura en su actuación, pues en los consejos<br />
de lo eterno siempre hay tiempo de sobra, y el primer objetivo es la evolución de la<br />
humanidad. Por lo tanto, quien se muestra un instrumento útil y voluntario del<br />
progreso de la evolución, recibirá siempre como “recompensa” la oportunidad de<br />
ser todavía más útil y, al beneficiar a los demás se beneficiará también a sí mismo.<br />
Por supuesto que si la idea del propio progreso fuera el motivo de este proceder<br />
suyo, el egoísmo viciaría la acción y minimizaría los resultados; pero si,<br />
completamente olvidado de sí mismo, dedica sus energías a la aspiración única de<br />
ayudar en la magna obra, el efecto en su porvenir será, indudablemente, tal como<br />
queda dicho.<br />
De una vez para siempre, conviene formular una explícita y enérgica protesta<br />
contra la teoría del progreso espiritual. El ejercicio es indispensable para el<br />
desarrollo de la fuerza física; pero no ha de ser, precisamente, un ejercicio penoso.<br />
Si un hombre quiere dar un paseo cada día, no necesita torturarse en una rueda<br />
escalonada para vigorizar los músculos de sus piernas. El progreso espiritual<br />
requiere el fortalecimiento de la virtud del altruísmo y del servicio, es decir, el<br />
hombre debe actuar en armonía con la gran ley cósmica y si hace eso<br />
voluntariamente, no habrá para él más sufrimiento que el derivado de compadecerse<br />
del prójimo.<br />
Visto que, actualmente, la mayoría de las personas son reacias a actuar de esta<br />
manera y que, al colocarse en oposición a la gran ley invariablemente se genera<br />
sufrimiento, la consecuencia es convencerlos de que la senda de la maldad y el<br />
egoísmo también es la senda de la insensatez. En este sentido, es cierto que el<br />
sufrimiento impulsa el progreso en esos casos particulares. Pero, por el hecho de<br />
que nosotros prefiramos infringir vilmente la ley, acarreándonos en consecuencia<br />
sufrimiento, no tenemos derecho alguno a blasfemar de la gran ley del universo<br />
diciendo que ha ordenado tan desatinadamente las cosas que no cabe progreso sin<br />
sufrimiento. En realidad, con sólo querer, el hombre podrá progresar rápidamente<br />
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