Leadbeater Charles - Vida Interna 2.pdf - Agricultura Celeste
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La <strong>Vida</strong> <strong>Interna</strong> - C.W. <strong>Leadbeater</strong><br />
inteligencia y discernimiento de las que todavía no se preocupó. Si en vidas<br />
anteriores estudió el gran plan del universo, en esta vida habrá renacido con la<br />
facultad de comprender y la intuición de aceptar la verdad, lo que ciertamente le<br />
será provechoso; pero todavía necesita desarrollar las cualidades que otros<br />
desarrollaron.<br />
Por desgracia, en estas primeras etapas de evolución en que nos encontramos, el<br />
hombre tiende por temperamento a vanagloriarse de las cualidades que posee y a<br />
minusvalorar las de los demás, en lugar de imitar lo que de mejor hay en ellos. Así<br />
pasa que el santo y el científico es muy raro que se estimen mutuamente y suelen<br />
menospreciarse uno a otro por incomprensión. Hemos de ir con cuidado para no<br />
caer en este engaño. Recordemos que nuestra meta es el adeptado, y que el adepto<br />
es el hombre perfecto en el que concurren en grado superior todas estas diferentes<br />
cualidades. Antes de conseguir el adeptado hemos de desenvolver una<br />
espiritualidad mucho mayor que la del santo más grande, y mucha más inteligencia<br />
que el más preclaro de los científicos. Así pues, nuestra actitud hacia los que ya<br />
posean esas cualidades tan apetecibles, no debe ser de acre censura, sino de<br />
generosa estima y admiración de toda bondad, mientras que nuestro conocimiento<br />
peculiar del sentido en que se mueve la evolución nos preservará de imitar los<br />
defectos que, además de sus excelencias, tienen aquellos que, si bien mucho más<br />
adelantados en otros caminos, no están ni siquiera en el dintel del nuestro.<br />
Todas estas cualidades son necesarias y hemos de esforzarnos mucho antes de<br />
educir las que todavía nos faltan. Sin embargo, creo que debemos congratularnos de<br />
la elección hecha en otras vidas cuando nos dedicamos al estudio del gran plan en<br />
su conjunto, con el propósito de comprenderlo y cooperar en la obra del Logos en<br />
la medida de nuestras humildes fuerzas.<br />
Porque esa elección nos ha allegado o debería habernos allegado el contento con<br />
nuestra suerte, la facultad de hacer lo mejor posible todo cuanto hagamos y ver lo<br />
mejor de todas las cosas. La mayoría de la gente ansía ver lo peor de los demás,<br />
señalar faltas en todo y encontrar algo en donde poner tildes y reparos. Los teósofos<br />
debemos proceder con un espíritu diametralmente opuesto. Hemos de ver la<br />
divinidad oculta en todos los seres y en todas las cosas, con el ansia de descubrir en<br />
todo, no lo malo, sino lo bueno. Si estos otros nos desprecian, si el científico nos<br />
ridiculiza por supersticiosos y se niega a escuchar nuestras explicaciones, si el devoto<br />
nos mira con horror por heterodoxos e insiste en tener un concepto de su Dios menos<br />
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