Leadbeater Charles - Vida Interna 2.pdf - Agricultura Celeste
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en su relato acerca de las tribus montesinas del Nigris.<br />
La <strong>Vida</strong> <strong>Interna</strong> - C.W. <strong>Leadbeater</strong><br />
Al llegar la oleada de vida, la advinente humanidad se estableció en Marte con sobrada<br />
firmeza para no temer a estos monstruos salvajes. A fin de resguardarse de sus ataques, los<br />
hombres construyeron las primeras fortalezas y para combatir su malignidad edificaron<br />
también las primeras ciudades donde vivir en comunidad. Al principio, las ciudades fueron de<br />
madera y barro, aunque a veces eran de pilastras de piedra basta.<br />
Durante este período, entre los hombres encarnaron algunos Señores de la Luna que les<br />
enseñaron varias cosas, entre ellas el uso del fuego, aunque no a producirlo por sí mismos.<br />
Los grandes Seres encendieron el fuego y después el hombre lo guardó perpetuamente<br />
encendido. No tardó en promulgarse una rigurosa ley para que se mantuviera siempre vivo un<br />
fuego público en el edificio especialmente destinado a este fin, y de él cuidaban las jóvenes<br />
que aún no eran útiles para el trabajo. De aquí provino, indudablemente, la primera idea del<br />
fuego sagrado que se había de conservar perpetuamente encendido por religioso deber, con las<br />
vírgenes vestales encargadas de guardarlo.<br />
Sin embargo, a veces pasaba que una arrolladora inundación, una violenta tempestad o<br />
cualquier otra catástrofe apagaba el fuego sagrado de una comarca y entonces, la gente tenía<br />
que ir muy lejos para volver a sus casas con este elemento de primera necesidad. En<br />
semejantes vicisitudes, algunos espíritus audaces concibieron la idea de obtener fuego de los<br />
cráteres de los volcanes, y muchos perecieron en el intento. Esto ocurría en la cuarta raza raíz.<br />
Los hombres de la quinta raza raíz estaban ya relativamente adelantados, porque construían<br />
sus casas de piedra labrada, aunque sin mortero. Eran gente audaz y belicosa, pero con unas<br />
ideas muy extrañas. Carecían de iniciativa y miraban con horror todo lo nuevo, como si fuese<br />
sumamente inmoral y repulsivo. Tampoco eran perseverantes, y tenían poca capacidad para<br />
razonar. Todo lo hacían por impulso, sin regla ni gobierno, mientras no fuese algo nuevo;<br />
pero, a pesar de todo, podrían compararse favorablemente en diversos puntos con algunas de<br />
las razas hoy existentes en la Tierra.<br />
Los hombres de la sexta raza fueron ya mucho más poderosos, con no poca voluntad y<br />
determinación. Pronto dominaron a los de la quinta, asimilando su civilización para llevarla<br />
mucho más adelante. Lograron subyugar todo el planeta y someterlo a un solo gobierno,<br />
aunque la inmensa mayoría de los habitantes era de la quinta raza. Su mente aventajaba a la<br />
de estos últimos y tenían algo de inventiva; pero con la tendencia a hacerlo todo por impulso<br />
y a tomar y dejar, sin ser capaces de concluir de un tirón la obra comenzada. Había en ellos<br />
algo de facultades psíquicas, aunque indisciplinadas. En efecto, la falta de reglas fue la<br />
característica permanente de esta civilización marciana. Todo iba manga por hombro, si bien<br />
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