Leadbeater Charles - Vida Interna 2.pdf - Agricultura Celeste
Leadbeater Charles - Vida Interna 2.pdf - Agricultura Celeste
Leadbeater Charles - Vida Interna 2.pdf - Agricultura Celeste
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
La <strong>Vida</strong> <strong>Interna</strong> - C.W. <strong>Leadbeater</strong><br />
diciendo que de ninguna manera quería saber nada con el señor Sinnett, porque “¡nos<br />
llama cascarones!”, exclamó indignadísima. Sin embargo, yo me atuve a mi petición,<br />
declarando que todo cuanto sabía de Teosofía me lo había enseñado el señor Sinnett y<br />
que, por lo tanto, era absolutamente incorrecto que yo actuase a sus espaldas, ni que<br />
tratara de emplear otros medios de comunicación, sin antes consultárselo.<br />
Finalmente, aunque de mala gana, los espíritus aceptaron mi propuesta y la sesión<br />
finalizó. Recuperado Eglinton del trance le pregunté cómo podría yo entregarle una<br />
carta a Ernesto, y me dijo que se la diese a él, pues la pondría en el buzón especial<br />
adosado a la pared, de donde Ernesto la recogería cuando quisiera. Entonces le escribí<br />
al señor Sinnett solicitando su opinión sobre el particular y se mostró francamente<br />
interesado, aconsejándome que aceptara el ofrecimiento para ver lo que pasaba.<br />
Sin perder momento, me fui a casa y escribí tres cartas. La primera para el Maestro<br />
K.H. manifestándole reverentemente que, desde la primera vez que oí hablar de<br />
Teosofía, mi único deseo había sido ponerme a sus órdenes como discípulo. Le informé<br />
de las circunstancias en que a la sazón me hallaba, preguntándole si era necesario pasar<br />
en la India los siete años de prueba de los que yo había oído hablar. Puse la carta en un<br />
sobre y la sellé cuidadosamente con mi propio sello, poniéndola después dentro de otra<br />
dirigida a Ernesto, en la que recordaba su promesa y le suplicaba que entregase en mi<br />
nombre la carta incluida, y me trajese la respuesta si la hubiere. Sellé la segunda carta<br />
como había sellado la primera y acompañé las dos con una breve esquela para Eglinton,<br />
rogándole que echara aquel sobre en el buzón y me informase después si lo habían<br />
recogido. A un amigo que estaba en mi casa en aquella ocasión le dije que me hiciera el<br />
favor de examinar al microscopio los sellos de ambas cartas, a fin de que, si me las<br />
devolvían, pudiese reconocer todo amaño que se hubiese hecho con ellas. A vuelta de<br />
correo recibí una nota de Eglinton diciendo que no sólo había echado mis cartas en el<br />
buzón de Ernesto, sino que ya no estaban en él, por lo que, si recibía contestación me la<br />
transmitiría inmediatamente.<br />
Pocos días después, recibí una carta la letra de cuyo sobrescrito me era totalmente<br />
desconocida y, al abrir el sobre, me encontré con la carta que yo había enviado,<br />
aparentemente intacta, pero borrado el nombre de “Ernesto” y escrito debajo con lápiz<br />
mi propio nombre. Mi amigo y yo volvimos a examinar el sello con el microscopio y no<br />
pudimos ver ningún indicio de alteración, reconociendo que no la habían abierto.<br />
Desgarré el sobre y me encontré con que la carta incluida para el Maestro ya no estaba<br />
en él, sino tan sólo la que yo le había dirigido a Ernesto, con unas cuantas palabras de la<br />
252