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Leadbeater Charles - Vida Interna 2.pdf - Agricultura Celeste

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La <strong>Vida</strong> <strong>Interna</strong> - C.W. <strong>Leadbeater</strong><br />

Se preguntará cómo es posible que una partícula inanimada registre y reproduzca<br />

impresiones. Responderemos que la partícula no es inanimada y que la vida que reside en ella<br />

es parte de la vida divina. En efecto, otro modo de intentar la descripción del registro, consiste<br />

en decir que es la memoria del Logos, y que cada partícula está en contacto con la porción de<br />

esta memoria que incluye los acontecimientos ocurridos en su vecindad, o lo que podríamos<br />

llamar visión interna de los mismos. Probablemente nuestra memoria no es más que la<br />

facultad análoga de entrar en contacto, aunque muy imperfectamente, con la parte de memoria<br />

del Logos que se refiere a los acontecimientos vistos o conocidos por nosotros.<br />

Así pues, se puede decir que todo hombre lleva consigo al plano físico dos memorias de<br />

cuanto ha visto; la memoria cerebral, que suele ser imperfecta o inexacta, y la memoria<br />

entrañada en cualquier partícula no cambiada de su cuerpo o de los vestidos que usa, la cual<br />

es perfecta y exacta, aunque sólo aprovechable para quienes saben leerla. Recordemos<br />

también que la memoria cerebral puede ser inexacta, no sólo por lo imperfecta, sino por<br />

defecto de observación original, o por matizarla algún prejuicio. Vemos, en gran parte, lo que<br />

deseamos ver y sólo podemos recordar un suceso, tal como se nos presenta, por más que<br />

solemos verlo parcial o erróneamente. Pero el registro no adolece de ninguno de estos<br />

defectos.<br />

Es evidente que el cuerpo físico de un hombre no puede tener memoria ni registro de una<br />

encarnación pasada en la que no participó, y lo mismo ocurre con sus cuerpos astral y mental,<br />

puesto que todos estos vehículos se renuevan en cada encarnación. Esto indica que el plano<br />

más inferior en que cabe la esperanza de adquirir una auténtica información de las vidas<br />

pasadas es el cuerpo causal, porque ninguno de los inferiores a él puede proporcionarnos<br />

prueba alguna directa. En las existencias anteriores, el ego estaba presente en su cuerpo<br />

causal, o por lo menos una parte de él y, por lo tanto, es testigo presencial, mientras que los<br />

otros vehículos inferiores no fueron testigos y sólo puede referir lo que hayan recibido del<br />

ego. Al recordar cuán imperfecta es la comunicación entre la individualidad y la personalidad<br />

del hombre ordinario, vemos lo poco dignos de confianza que han de ser esos testigos de<br />

segunda, tercera o cuarta mano. A veces es posible obtener escenas aisladas de los sucesos de<br />

vidas pasadas, pero no un relato coherente que se infiera de ellas, y aun esas escenas no son<br />

más que reflejos del cuerpo causal muy opacos y borrosos.<br />

Por consiguiente, para leer correctamente las vidas pasadas, lo primero que se necesita es<br />

desarrollar las facultades del cuerpo causal, y al enfocarlas en el cuerpo causal de la persona<br />

cuyas vidas pasadas se quieren investigar se nos ofrecen las dos mismas posibilidades que en<br />

el caso del hombre físico. Podemos valernos de la memoria que el propio ego tiene de lo<br />

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