Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Julio Verne http://www.jverne.net <strong>Viaje</strong> <strong>al</strong> <strong>centro</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>Tierra</strong><br />
más dura <strong>de</strong> todas, <strong>la</strong> que soporta sin quebrarse el peso enorme <strong>de</strong> los cuatro capas <strong>de</strong><br />
terreno <strong>de</strong>l Globo. Nos h<strong>al</strong>lábamos encerrados en una inmensa prisión <strong>de</strong> granito.<br />
Eran <strong>la</strong>s ocho <strong>de</strong> <strong>la</strong> noche y el agua no había aparecido. Yo pa<strong>de</strong>cía horriblemente; mi<br />
tío seguía marchando sin quererse <strong>de</strong>tener. Aguzaba el oído tratando <strong>de</strong> sorpren<strong>de</strong>r el<br />
murmullo <strong>de</strong> <strong>al</strong>gún mananti<strong>al</strong>; mas en vano.<br />
Mis piernas se negaban a sostenerme, a pesar <strong>de</strong> lo cu<strong>al</strong> me sobreponía a mis torturas<br />
para no obligar a mi tío a hacer <strong>al</strong>to. Esto hubiera sido para él el golpe <strong>de</strong> gracia, porque<br />
tocaba a su fin <strong>la</strong> jornada que él mismo señ<strong>al</strong>ara como p<strong>la</strong>zo.<br />
Por fin me abandonaron <strong>la</strong>s fuerzas; <strong>la</strong>ncé un grito, y caí.<br />
-¡Socorro, que me muero! -exc<strong>la</strong>mé.<br />
Mi tío volvió sobre sus pasos. Me contempló <strong>de</strong> brazos cruzados, y s<strong>al</strong>ieron <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />
sus <strong>la</strong>bios estas p<strong>al</strong>abras fatídicas.<br />
-¡Todo se ha acabado!<br />
Un terrible gesto <strong>de</strong> cólera hirió por última vez mi mirada, y cerré resignado los ojos.<br />
Cuando los volví a abrir, vi a mis dos compañeros inmóviles y envueltos en sus mantas.<br />
¿Dormían? Por lo que a mi respecta, no pu<strong>de</strong> conciliar el sueño ni un momento. Pa<strong>de</strong>cía<br />
<strong>de</strong>masiado, y me atormentaba, sobre todo, <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que mi m<strong>al</strong> no <strong>de</strong>bía tener remedio.<br />
Las últimas p<strong>al</strong>abras <strong>de</strong> mi tío resonaban aún en mis oídos. Todo se había acabado, en<br />
efecto; porque, en semejante estado <strong>de</strong> <strong>de</strong>bilidad, no había que pensar siquiera en volver<br />
a <strong>la</strong> superficie <strong>de</strong> <strong>la</strong> tierra.<br />
¡Había que atravesar legua y media <strong>de</strong> corteza terrestre! Me parecía que esta enorme<br />
masa gravitaba con todo su peso sobre mis esp<strong>al</strong>das y me ap<strong>la</strong>staba, agotando <strong>la</strong>s escasas<br />
energías que me quedaban para librarme <strong>de</strong> aquel<strong>la</strong> inmensa mole <strong>de</strong> granito.<br />
Pasaron <strong>al</strong>gunas horas. Un silencio profundo reinaba en torno nuestro: ¡el silencio <strong>de</strong><br />
<strong>la</strong>s tumbas! Ningún rumor podía llegar a través <strong>de</strong> aquel<strong>la</strong>s pare<strong>de</strong>s, <strong>la</strong> más <strong>de</strong>lgada <strong>de</strong> <strong>la</strong>s<br />
cu<strong>al</strong>es me diría, por lo menos, cinco mil<strong>la</strong>s <strong>de</strong> espesor.<br />
Sin embargo, en medio <strong>de</strong> mi sopor, creí percibir un ruido; el túnel se quedaba a<br />
oscuras. Miré con mayor atención y me pareció ver que <strong>de</strong>saparecía el is<strong>la</strong>ndés con su<br />
lámpara en <strong>la</strong> mano.<br />
¿A dón<strong>de</strong> encaminaba sus pasos? ¿Trataría <strong>de</strong> abandonarnos? Mi tío dormía a pierna<br />
suelta. Quise gritar, pero mi voz se ahogó entre mis secos <strong>la</strong>bios. La oscuridad se había<br />
hecho profunda, y se extinguieron los últimos ruidos.<br />
-¡Hans nos abandona! -exc<strong>la</strong>mé-. ¡Hans! ¡Hans!<br />
Estas p<strong>al</strong>abras sólo pu<strong>de</strong> gritar<strong>la</strong>s con <strong>la</strong> mente, así que no pudieron s<strong>al</strong>ir <strong>de</strong> mi pecho.<br />
Sin embargo, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l primer instante <strong>de</strong> terror, me avergoncé <strong>de</strong> mis sospechas<br />
contra un hombre cuya conducta hasta entonces no se había hecho sospechosa. Su partida<br />
no podía ser una fuga. En lugar <strong>de</strong> dirigirse hacia <strong>la</strong> boca <strong>de</strong> <strong>la</strong> g<strong>al</strong>ería, se internaba más<br />
100