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1864. Viaje al centro de la Tierra

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Julio Verne http://www.jverne.net <strong>Viaje</strong> <strong>al</strong> <strong>centro</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>Tierra</strong><br />

-¡Bien! Pues, hasta el islote Axel, habíamos recorrido doscientas setenta leguas sobre <strong>la</strong><br />

superficie <strong>de</strong>l mar, y nos encontrábamos a más <strong>de</strong> seiscientas leguas <strong>de</strong> Is<strong>la</strong>ndia.<br />

-Partamos, pues, <strong>de</strong> este punto y contemos cuatro días <strong>de</strong> borrasca durante los cuáles<br />

nuestra velocidad no ha <strong>de</strong>bido ser menor <strong>de</strong> ochenta leguas cada veinticuatro horas.<br />

-Así lo creo. Tendríamos, pues, que añadir trescientas leguas.<br />

-De don<strong>de</strong> <strong>de</strong>ducimos en seguida que el mar Li<strong>de</strong>nbrock mi<strong>de</strong> unas seiscientas leguas<br />

<strong>de</strong> una oril<strong>la</strong> a otra. Ya ves, Axel, que pue<strong>de</strong> competir en extensión con el Mediterráneo.<br />

-¡Ya lo creo! Sobre todo si lo hemos atravesado en sentido transvers<strong>al</strong>.<br />

-Lo cu<strong>al</strong> es muy posible.<br />

-Y lo más curioso es que si nuestros cálculos son exactos, estamos en este momento<br />

<strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l Mediterráneo.<br />

-¿De veras?<br />

-Sin duda <strong>al</strong>guna; porque nos encontramos a novecientas leguas <strong>de</strong> Reykiavik.<br />

-He aquí un bonito viaje, hijo mío; pero no po<strong>de</strong>mos afirmar que nos h<strong>al</strong>lemos <strong>de</strong>bajo<br />

<strong>de</strong>l Mediterráneo, y no <strong>de</strong> Turquía o <strong>de</strong>l Atlántico, más que en el caso que nuestro rumbo<br />

no haya sufrido <strong>al</strong>teración.<br />

-No creo; el viento parecía constante, y opino por tanto, que esta costa <strong>de</strong>be h<strong>al</strong><strong>la</strong>rse<br />

situada <strong>al</strong> su<strong>de</strong>ste <strong>de</strong> Puerto Graüben.<br />

-De eso es fácil cerciorarse consultando <strong>la</strong> brúju<strong>la</strong>. Vamos a ver<strong>la</strong> en seguida.<br />

El profesor se dirigió a <strong>la</strong> roca sobre <strong>la</strong> cu<strong>al</strong> Hans había puesto todos los instrumentos.<br />

Estaba <strong>al</strong>egre y contento, se frotaba <strong>la</strong>s manos y se daba aires <strong>de</strong> importancia. ¡Parecía un<br />

moz<strong>al</strong>bete! Le seguí con gran curiosidad <strong>de</strong> saber si me había equivocado en mis cálculos.<br />

Cuando llegó a <strong>la</strong> roca, mi tío tomó el compás, lo colocó horizont<strong>al</strong>mente y observó <strong>la</strong><br />

aguja, que, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber osci<strong>la</strong>do, se <strong>de</strong>tuvo en una posición fija bajo <strong>la</strong> influencia <strong>de</strong>l<br />

magnetismo.<br />

Mi tío miró atentamente, <strong>de</strong>spués se frotó los ojos, volvió a mirar <strong>de</strong> nuevo, y acabó<br />

por volverse hacia mí, estupefacto.<br />

-¿Qué ocurre? -le pregunté.<br />

Luego dijo por señas que examinase yo el instrumento. Una exc<strong>la</strong>mación <strong>de</strong> sorpresa<br />

se escapó <strong>de</strong> mis <strong>la</strong>bios. ¡La aguja marcaba el norte don<strong>de</strong> nosotros suponíamos que se<br />

encontraba el sur! ¡Se volvía hacia <strong>la</strong> p<strong>la</strong>ya en lugar <strong>de</strong> señ<strong>al</strong>ar el mar!<br />

Moví <strong>la</strong> brúju<strong>la</strong> y <strong>la</strong> examiné con todo <strong>de</strong>tenimiento, cerciorándome <strong>de</strong> que no había<br />

sufrido el menor <strong>de</strong>sperfecto. En cu<strong>al</strong>quier posición que se ubique, <strong>la</strong> aguja volvía a tomar<br />

en seguida <strong>la</strong> inesperada dirección.<br />

Así, pues, no había duda. Durante le tempestad se había producido una variación en el<br />

viento sin que nos diésemos cuente <strong>de</strong> ello, y había empujado <strong>la</strong> b<strong>al</strong>sa hacia <strong>la</strong>s p<strong>la</strong>yas que<br />

mi tío creía haber <strong>de</strong>jado a su esp<strong>al</strong>da.<br />

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