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Julio Verne http://www.jverne.net <strong>Viaje</strong> <strong>al</strong> <strong>centro</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>Tierra</strong><br />
"Es un rayo <strong>de</strong> luz -pensé-, que penetra por esa abertura <strong>de</strong> <strong>la</strong> roca. Tampoco cabe<br />
duda <strong>de</strong> que esos ruidos que escucho son efectivamente mugidos <strong>de</strong> <strong>la</strong>s o<strong>la</strong>s y silbidos <strong>de</strong><br />
vientos. ¿Se engañan mis sentidos, o es que hemos regresado a <strong>la</strong> superficie <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>Tierra</strong>?<br />
¿Ha renunciado mi tío a su expedición o <strong>la</strong> ha terminado felizmente?"<br />
bien.<br />
Me <strong>de</strong>vanaba los sesos pensando en todo esto, cuando entró mi tío.<br />
-¡Buenos días, Axel! -me dijo <strong>al</strong>egremente-. Apostaría cu<strong>al</strong>quier cosa a que te sientes<br />
-Perfectamente-contesté, incorporándome sobre mi duro lecho.<br />
-Así tenía que ocurrir, porque has dormido mucho, un sueño muy tranquilo. Hans y yo<br />
hemos ve<strong>la</strong>do <strong>al</strong>ternativamente, y hemos visto progresar tu curación <strong>de</strong> una manera bien<br />
sensible.<br />
-Así es, en efecto; me siento ya repuesto <strong>de</strong>l todo, y <strong>la</strong> prueba <strong>de</strong> ello es que sabré<br />
hacer los honores <strong>al</strong> <strong>al</strong>muerzo que tenga usted a bien servirme.<br />
-¡Comerás, muchacho!, puesto que ya no tienes fiebre. Hans ha frotado tus heridas con<br />
no sé qué maravilloso ungüento cuyo secreto poseen los is<strong>la</strong>n<strong>de</strong>ses, y se han cicatrizado<br />
con una rapi<strong>de</strong>z prodigiosa. ¡Nuestro guía no tiene precio!<br />
Mientras hab<strong>la</strong>ba, me iba presentando <strong>al</strong>imentos que yo <strong>de</strong>voraba, y, entretanto, no<br />
cesaba <strong>de</strong> hacerle preguntas, a <strong>la</strong>s que respondía con suma amabilidad.<br />
Supe entonces que mi provi<strong>de</strong>nci<strong>al</strong> caída me había conducido a <strong>la</strong> extremidad <strong>de</strong> una<br />
g<strong>al</strong>ería casi perpendicu<strong>la</strong>r, y, como había llegado en medio <strong>de</strong> un torrente <strong>de</strong> piedras, <strong>la</strong><br />
menor <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cuáles hubiera bastado para ap<strong>la</strong>starme, había que <strong>de</strong>ducir que una parte <strong>de</strong>l<br />
macizo se había <strong>de</strong>slizado conmigo. Este espantoso vehículo me transportó <strong>de</strong> esta suerte<br />
hasta los mismos brazos <strong>de</strong> mi tío, en los cu<strong>al</strong>es caí ensangrentado y exánime.<br />
-En verdad que es asombroso que no te hayas matado mil veces -me dijo el profesor-.<br />
Pero, por amor <strong>de</strong> Dios, no nos separemos más, pues nos expondríamos a no volvernos a<br />
ver nunca.<br />
¡No nos separemos más! Pero ¿no había acabado el viaje? Y <strong>al</strong> hacerme esta pregunta,<br />
abrí <strong>de</strong>smesuradamente los ojos, en los cu<strong>al</strong>es se retrató el espanto; y, observado por mi<br />
tío, me preguntó:<br />
-¿Qué te pasa, Axel?<br />
-Tengo que hacerle una pregunta. ¿Dice usted que estoy sano y s<strong>al</strong>vo?<br />
-Sin duda.<br />
-¿Tengo todos mis miembros intactos?<br />
-Ciertamente.<br />
-¿Y <strong>la</strong> cabeza?<br />
-Tu cabeza, aunque con <strong>al</strong>gunas contusiones, <strong>la</strong> tienes sobre los hombros en el más<br />
perfecto estado.<br />
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