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LECTURAS UNO DE AGOSTO DE 2008 - Insumisos

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ignorantes de nuestras situaciones y empeñados en convertir sus negocios en los negocios de los<br />

demás. Dondequiera que los chinos negocian contigo, tu representas a tu país, ellos representan<br />

sus propios intereses y tu negocias con ellos”.<br />

Y Rusia es considerada un enemigo porque se asienta sobre inmensas reservas de gas y petróleo y<br />

se opone no sólo a la expansión de la OTAN hasta sus fronteras, sino también a los planes de EEUU<br />

de construir instalaciones para sus misiles de defensa en Polonia y en la República Checa.<br />

Considerando la devastación causada por la última Guerra Fría, ¿no será otra guerra de tal cariz un<br />

nuevo doble crimen contra la humanidad que va a superar no sólo a las masacres de los alemanes<br />

contra seis millones de judíos, sino también al genocidio cometido por los belgas en el Congo<br />

durante el siglo pasado y al comercio de esclavos?<br />

Los dirigentes africanos tienen frente a sí una opción muy sencilla: o mantenerse firmes y decirle a<br />

Occidente que no toque a al-Bashir, o quedarse callados y esperar a que los vayan eliminando uno<br />

tras otro.<br />

******<br />

(*) Sam Akaki es Director Ejecutivo de las Instituciones Democráticas para la Reducción de la<br />

Pobreza en Africa (DIPRA, en sus siglas en inglés).<br />

Entrevista a Barbara Ehrenreich<br />

El último tabú de EE.UU. “Existe ese poderoso mito de que los Estados Unidos no tienen clases”.<br />

Barbara Ehrenreich en Sin Permiso (Kaos. Solidaridad) [29.07.<strong>2008</strong> 12:18]<br />

Barbara Ehrenreich ha sido calificada como marxista sólo por escribir que los Estados Unidos no<br />

son una sociedad sin clases. Pero las críticas nunca han evitado que pusiera al desnudo la injusticia<br />

social. Emma Brockes habla con ella sobre su nuevo libro, Barack Obama y la gran división de la<br />

riqueza.<br />

Hace veinte años, Barbara Ehrenreich escribió un artículo para el New York Times en el que resaltó<br />

la creciente desigualdad de la sociedad norteamericana y fue rápidamente denunciada como<br />

marxista por un periódico rival. "El Washington Times es una publicación de extrema derecha",<br />

sostiene, de manera que no había allí nada sorprendente. Pero la reacción de este periódico ponía<br />

de relieve un principio general: mientras uno puede expresar cosas "medianamente salvajes"<br />

sobre la raza y el género en los Estados Unidos, persiste cierta timidez al hablar sobre clase. "Existe<br />

este poderoso mito de que los Estados Unidos no tienen clases; de que éstas son algo vetusto<br />

inglés o europeo que hemos abolido. Y que si no eres rico, es tu maldita culpa."<br />

Con sus 66 años actuales, Ehrenreich ha dedicado la mayor parte de su carrera a desacreditar esta<br />

máxima. Su bestseller publicado en 2001, Nickel and Dimed, era un relato del año que pasó<br />

intentando sobrevivir con un salario mínimo, lo que provocó que los lectores pudientes de todos<br />

lados exclamaran de manera culposa: "¡No teníamos idea!" Sostuvo que las empresas engañan a<br />

su personal en materia de salarios (existen 70 demandas judiciales pendientes); limitan el número<br />

de pausas para ir al baño que los empleados pueden tomar; les prohíben hablar entre sí o emplear

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