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MURO, memorias y testimonios (1961-2002). - Secretaría General ...

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“nuevo imperio mundial”, en el cual el nacionalismo está<br />

proscrito.<br />

Fallecido el Partido Nacionalista Mexicano, el licenciado<br />

Siegrist quiso seguir agitando, moviendo diversos grupos de<br />

muchachos. Gobernación lo aprehendió y lo metió a la cárcel<br />

de Lecumberri. Lo visitaba yo los domingos y le pasaba una<br />

mensualidad. Ya en el sexenio del presidente Gustavo Díaz<br />

Ordaz, Siegrist fue liberado y me propuso la creación de una<br />

publicación, Revista Nacional. Para este esfuerzo también<br />

yo puse todo el dinero. Hace unos años encontré en una<br />

librería un libro del periodista Manuel Buendía, en el que se<br />

refería a Revista Nacional en los términos más despectivos.<br />

El señor Buendía ya no está entre los vivos —pocos lo<br />

echamos de menos— y me dio gran satisfacción ver la rabia<br />

que le había causado la revista. Como revista fue un fracaso<br />

en lo financiero, y al poco tiempo desapareció. Por otra parte,<br />

los artículos de Siegrist tomaban un carácter más y más filo<br />

nazi, lo cual no me agradaba. Antes de cerrar, la revista publicó<br />

un artículo mío sobre las perspectivas del peso mexicano, que<br />

tomaba en cuenta la inflación monetaria que ocurría en esos<br />

momentos en el país. Mis vaticinios tomaron algunos años<br />

en cumplirse, pero el mal lo diagnostiqué 12 años antes de<br />

que se presentaran sus efectos desastrosos, en 1976.<br />

Mis aventuras con el Partido Nacionalista y con la Revista<br />

Nacional me había constado mucho, el equivalente de<br />

una gran casa en Acapulco con todo y el yate. Claro que el<br />

Grupo Monterrey me había enviado un generoso donativo<br />

de 5 mil pesos para la causa (don Luis Legorreta, del Banco<br />

Nacional de México, no se dignó siquiera a recibirme. Hice<br />

antesala hasta que me aburrí. Pocos años después su familia<br />

se quedó sin su banco). El licenciado Navarro me<br />

consolaba: “Ha pasado usted a formar parte de la historia<br />

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