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Lectura tercera. Individuo y persona - Fundación Gustavo Bueno

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218 <strong>Gustavo</strong> <strong>Bueno</strong>. El sentido de la vida.<br />

sentido en que es utópico o ucrónico un «modelo deseable pero irrealizable o imposible»<br />

(sin perjuicio de que aunque sea irrealizable, ese modelo utópico, en el<br />

sentido de Mannheim, tenga eficacia para modificar la situación social vigente).<br />

Una «escalera continua» de Escher es un modelo imposible (utópico) como lo es<br />

un modelo de «movimiento continuo», sin perjuicio de lo cual estos modelos pueden<br />

alcanzar funciones gnoseológicas importantes como contramodelos o como<br />

modelos regulativos. Pero la idea de una sociedad de <strong>persona</strong>s, como el concepto<br />

de un gas perfecto, constituido por esferíllas elásticas que chocan al azar, no son<br />

tanto modelos deseables, regulativos, que buscan ser realizados, cuanto estructuras<br />

constitutivas por medio de las cuales han podido ya alcanzar su condición propia,<br />

diferenciada e inteligible, procesos empíricos tan reales como puedan serlo<br />

un «trozo» de la historia de una guerra entre dos Estados o un «trozo» del proceso<br />

de la mezcla de dos gases que han sido inyectados en un recinto cerrado.<br />

La <strong>persona</strong> no se agota en el individuo humano, pero tampoco porque la hagamos<br />

consistir en algo así como una «conciencia íntima» alcanzada mediante un<br />

«salto a la reflexión», o como un individuo «dotado» de razón o de libertad, dotes<br />

que se supone brotarían en los individuos humanos normales a la manera como<br />

en ellos brotan los segundos dientes. La <strong>persona</strong>lidad es adquirida por lo individuos<br />

humanos tan solo en un contexto histórico colectivo, y sólo por ello la <strong>persona</strong>lidad<br />

puede definirse por la «universalidad» del radio de sus normas prolépticas,<br />

eminentemente de sus normas éticas, morales y jurídicas. No es que la<br />

<strong>persona</strong>, por serlo, deba comportarse según esas normas éticas, morales o jurídicas:<br />

son esas normas, cuando son virtualmente universales, las que constituyen la<br />

misma <strong>persona</strong>lidad. Un individuo dotado de inteligencia «animal» (psicológica)<br />

sobresaliente, en el momento en que se analiza al margen de toda norma ética,<br />

moral o jurídica, queda reducido a la condición de un primate inteligente, y en la<br />

medida en que ese mismo individuo, ya humano, se haya podido desprender de<br />

toda norma, queda reducido a la condición de un «imbécil moral». La <strong>persona</strong>lidad,<br />

en resolución, no se reduce a la individualidad, sino que la desborda ampliamente.<br />

Sin embargo no queremos llevar tan lejos esta tesis como la llevó Max<br />

Scheler al mantener la segregación entre el ego y la <strong>persona</strong>. Cabría, según esta<br />

tesis, sostener que el ego, o algo similar, queda del lado de la individualidad y que<br />

el ego aparece ya en la vida animal. Bemhard Rensch, en su Homo sapiens, dice<br />

que ya en las aves existe un comportamiento que hace pensar en la presencia de<br />

un «complejo del yo» y aún de una «conciencia de la <strong>persona</strong>lidad al menos en<br />

sus estados previos». Nosotros supondremos aquí, manteniendo una posición intermedia<br />

entre la de Scheler (que segrega el ego, de la <strong>persona</strong>) y la de Rensch<br />

(que incluye la <strong>persona</strong>lidad en el ego) que la <strong>persona</strong> desborda ampliamente al<br />

individuo y por lo tanto al ego individual, pero no porque pueda subsistir fuera de<br />

él, yuxtaponiéndose a él según un esquema que podríamos llamar «nestoriano»,<br />

sino porque lo incorpora en una «unión hipostática» que lograría refundir, por anamorfosis,<br />

múltiples estructuras de la vida individual, confiriéndoles un alcance y<br />

significación nueva, de suerte que incluso el hipotético «ego animal» pueda quedar<br />

refundido anamórficamente en un «ego <strong>persona</strong>l». Podríamos expresar esta<br />

<strong>Gustavo</strong> <strong>Bueno</strong>, El sentido de la vida, Pentalfa, Oviedo 1996

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