Lectura tercera. Individuo y persona - Fundación Gustavo Bueno
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<strong>Lectura</strong> 3. <strong>Individuo</strong> y <strong>persona</strong>. X¡ 213<br />
dividuo sustituido al individuo o individuos que llevan a cabo la operación de la<br />
sustitución. Mucho más sutil se nos manifiesta, en cuanto a la comprensión de<br />
este momento decisivo, el mito helénico del centauro Quilón, hijo de Cronos (disfrazado<br />
de caballo) y de Filiria (que acaso habría sido la que comenzó por disfrazarse<br />
de yegua). El centauro Quirón, como semidiós que era, tenía un alma inmortal;<br />
sin perjuicio de lo cual fue herido una vez por una flecha de Hércules que,<br />
como es sabido, era incurable. Pero Quirón, a pesar de estar herido de este modo<br />
no podía morir (en terminología de la sociedad industrial: pese a su «mala calidad<br />
de vida» no podía ser clasifícado como un enfermo terminal, eliminable). Pidió<br />
a Zeus la gracia de la muerte, y Zeus accedió. Hasta aquí, el centauro Quirón<br />
puede simbolizar al enfermo que clama por su muerte, así como Zeus puede significar<br />
al médico benévolo que accede aplicar una técnica eutanásica. Pero el mito<br />
no termina aquí. Y en ello estriba su sutileza, nos parece. Resulta que la única técnica<br />
eutanásica que Zeus podía utilizar era la sustitución del alma inmortal del<br />
centauro por un alma mortal de alguien suficientemente generoso que quisiera<br />
asumir aquella alma doliente. Este alguien fue Prometeo, y por ello eternamente<br />
está obligado a sufrir los picotazos del águila que roe su hígado.<br />
II. En segundo lugar, la definición positiva de transfoimación mortal, también<br />
ha de considerarse vinculada, de modo sinecoide, a concepciones alternativas<br />
de la muerte. Consideremos las dos siguientes:<br />
(1) La transformación mortal, ¿afecta necesariamente a todos los organismos<br />
vivientes o bien sólo a algunos, ya sea a título individual ya sea a título específico?<br />
Suele sostenerse, por ejemplo, que un animal unicelular es intrínsecamente inmortal,<br />
puesto que su «muerte» es en rigor una pervivencia en sus sucesores (un<br />
tipo de inmortalidad que corresponde a partes de los organismos pluricelulares que<br />
se reproducen por carioquinesis); pero todo organismo pluricelular es mortal -todo<br />
hombre es mortal- Esta proposición no debería ser aceptada ni por los judíos (en<br />
tanto que el profeta Elias, según dice la Biblia, no muñó sino que fue arrebatado<br />
al Cielo en un carro de fuego) ni por los cristianos (en tanto creen que, aunque Jesucristo<br />
murió, en cambio su madre, la Virgen María no murió propiamente sino<br />
que sólo sufrió una «transposición» o «dormición», antecedente de su ascensión al<br />
Cielo). Pero no sólo los judíos o los cristianos: no han faltado nunca, desde ciertos<br />
planteamientos modernos, los proyectos orientados a conseguir una vida (M^ánica<br />
inmortal (la muerte, lejos de estar programada en cada código genético, se produciría<br />
por una alteración del metabolismo que tiene que ver con situaciones coyunturales<br />
de los radicales libres; o bien, medíante enfriamientos suficientemente intensos,<br />
u otras técnicas criogénicas, sería posible mantener indefinidamente vivo<br />
un organismo, aun cuando su vida fuese latente o virtual, pero sin por ello tener<br />
derecho a confundir la transformación mortal con la transformación criogénica).<br />
(2) La transformación mortal, ¿es irreversible o bien es reversible? Es decir,<br />
¿es posible la resurrección del cadáver? El dogma verdaderamente nuevo del cris-<br />
<strong>Gustavo</strong> <strong>Bueno</strong>, El sentido de la vida, Pentalfa, Oviedo 1996