Lectura tercera. Individuo y persona - Fundación Gustavo Bueno
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<strong>Lectura</strong> 3, <strong>Individuo</strong> y <strong>persona</strong>. II 123<br />
cuestión de si entre la «clase de las <strong>persona</strong>s» y la «clase de los individuos humanos»<br />
puede establecerse una correspondencia biunívoca. La ortodoxia del Concilio<br />
se habría inclinado, sin duda, a la tesis de «un cuerpo individual, una <strong>persona</strong>;<br />
una <strong>persona</strong>, un cuerpo individual» (la misma Declaración de los Derechos<br />
Humanos de 1789, así como la de 1948, están concebidas desde este supuesto de<br />
coordinación biunívoca cuando hablan de responsabilidad, derecho a la intimidad,<br />
libertad de desplazamiento, &c.). Sin embargo, el carácter no legal-natural,<br />
universal (sino sólo normativo) de este supuesto de coordinación biunívoca, queda<br />
demostrado por la posibilidad de que una <strong>persona</strong> (su sistema nervioso central)<br />
pueda conectarse con dos o más cuerpos individuales, así como por la realidad de<br />
la situación en la que dos <strong>persona</strong>s aparezcan unidas «sustancialmente» a un solo<br />
cuerpo individual, como es el caso de algunos «hermanos siameses». Nos referimos,<br />
no ya tanto al caso de los gemelos univitelinos de Siam, conocidos en 1811,<br />
y que se casaron y llegaron a tener entre ambos veintiún hijos; ni siquiera al caso<br />
de Josefa y Rosa, hermanas de Bohemia, unidas por la espalda, adultas en 1892;<br />
sino al caso más reciente, y el más sorprendente, de las hermanas Brittany y Abigail<br />
Hensel, nacidas en Estados Unidos en 1990, que tienen, en auténtica «unión<br />
hipostática», un mismo cuerpo de cintura para abajo (un sólo órgano reproductor)<br />
con un par de piernas para ambas que funcionan perfectamente, pero cuyos troncos<br />
se separan con dos corazones, dos cuellos y dos cabezas perfectamente diferenciadas<br />
en sus funciones «<strong>persona</strong>les» (lingüísticas, mentales, sentimentales,<br />
&c.). El caso de las hermanas Hensel podría analizarse, por tanto, como un caso<br />
ilustrativo de «nestorianismo» (si se prefiere, de seminestorianismo): dos <strong>persona</strong>s<br />
distintas (Brittany y Abigail tienen documentos de identidad diferentes) en un<br />
cuerpo (semicuerpo individual) común: el hijo que este «individuo nestoriano»<br />
(seminestoriano) pueda tener planteará problemas similares al problema que planteó<br />
el theotocos de Nestorio (¿será hijo de Britty o hijo de Abi?). Un nuevo Concilio<br />
de Efeso, esta vez integrado no ya por teólogos, sino por bioéticos, tendrá<br />
que establecer la «norma de ortodoxia». No entramos en otro tipo de cuestiones<br />
que esta unión hipostática plantearía en relación con <strong>tercera</strong>s <strong>persona</strong>s (por ejemplo,<br />
el marido de una de estas hermanas en la consumación del matrimonio habría<br />
de ser necesariamente bigamo; lo que no suscitaría dificultades mayores si<br />
las hermanas y el marido fueses musulmanes: los teólogos o bioéticos podrían reconocer<br />
aquí la figura de una «bigamia compacta»; en cambio, en el supuesto de<br />
que fueran católicos los eventuales cónyuges, el matrimonio no podría ser considerado<br />
válido, por incurrir precisamente en bigamia).<br />
No constituye, en todo caso, ninguna anomalía el que muchas cuestiones filosóficas<br />
(por ejemplo la cuestión de la creación, o la cuestión de la subsistencia,<br />
o la de la supositalidad) hayan tenido una historia teológica, en la teología de las<br />
religiones superiores. Ni ello tampoco tiene nada de extraño si se admite que la<br />
teología de las religiones superiores utilizó, a su vez, masivamente no sólo la «experiencia<br />
de la vida» (incluyendo el conocimiento de situaciones monstruosas)<br />
sino la propia filosofía griega (Filón de Alejandría, por ejemplo, recurrió a la idea<br />
del Logos para coordinar el Dios del Antiguo Testamento, la doctrina de los án-<br />
<strong>Gustavo</strong> <strong>Bueno</strong>, El sentido de la vida, Pentalfa, Oviedo 1996