Lectura tercera. Individuo y persona - Fundación Gustavo Bueno
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<strong>Lectura</strong> 3. <strong>Individuo</strong> y <strong>persona</strong>. X 189<br />
sultante del drenaje de cualquier contenido cultural concreto, según la regla: omnis<br />
determinatio est negatio- y el mayor poder crítico atribuible a un contenido<br />
para conducimos al horizonte <strong>persona</strong>l en cuanto tal, a saber: a la determinación<br />
que da lugar al imperativo ético que nos propone la preservación de la vida corpórea<br />
de los hombres en general, «sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma,<br />
religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición<br />
económica, nacimiento o cualquier otra condición».<br />
Pero el valor de este contenido es, como hemos dicho, un vaXor formal y abstracto,<br />
porque necesita, para constituirse, alejarse de los valores materiales (vitales,<br />
económicos, religiosos, políticos, estéticos...) que, sin embargo, conforman<br />
las sociedades concretas, efectivas, en las que viven las <strong>persona</strong>s «realmente existentes».<br />
Valores materiales que, a la vez que conforman a las <strong>persona</strong>s, determinan<br />
su incomunicación mutua en sentido transcendental; por tanto, la alienación<br />
o extrañamiento de unas <strong>persona</strong>s respecto de las otras.<br />
Si comparamos con este criterio las ideas de <strong>persona</strong> de la tabla ofrecida en la<br />
sección v que están «diagonalmente» contrapuestas, por ejemplo, la idea 12 evolucionista<br />
y la idea 14 suprematista, podríamos concluir que la idea evolucionista se<br />
encuentra en mejores condiciones para reconocer el proceso de universalización<br />
transcendental de los «valores éticos», pero al precio de mantener ese reconocimiento<br />
en el marco de un formalismo axiológico (no es demostrable que pueda existir<br />
en el futuro una sociedad de <strong>persona</strong>s que comparta una tabla universal de valores<br />
de todas las categorías); en cambio, la idea 14, cuyas condiciones para reconocer<br />
la transcendentalidad ética es obviamente inferior, reivindicará una y otra vez la supremacía<br />
axiológica, en cuanto esta supremacía se supone vinculada a una élite capaz<br />
de estimar los valores más nobles que, por tanto, serían capaces de elevar la dignidad<br />
de la <strong>persona</strong> al más alto lugar. La confirontación de estas dos ideas de <strong>persona</strong><br />
(o, mutatis mutandis, de otro par de la tabla, mutuamente enfrentado) nos llevaría<br />
directamente al terreno de la crítica de las tablas de valores en tomo a las cuales se<br />
establecen las diferencias. El debate filosófico sobre la <strong>persona</strong> no se agota, en modo<br />
alguno, en la confrontación abstracta de las ideas generales de <strong>persona</strong> que puedan<br />
ser determinadas, porque este debate no puede mantenerse al margen del debate sobre<br />
los valores contrapuestos entre sí que están implicados en cada una de las ideas<br />
generales de <strong>persona</strong> representadas en la tabla.<br />
X. Libertad, Igualdad y Fraternidad.<br />
1. El sistema de los principios revolucionarios no nació a partir de una intuición<br />
instantánea, sino quefite el resultado de artificiosas deliberaciones.<br />
«Libertad, Igualdad y Fraternidad»: esta es, seguramente, la fórmula más sonora<br />
que hemos heredado de la Revolución francesa. En cierto modo, es la fórmula que la<br />
define, por lo que, a su vez, cabría decir de ella misma que es una fórmula revolucio-<br />
<strong>Gustavo</strong> <strong>Bueno</strong>, El sentido de la vida, Pentalfa, Oviedo 1996