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Lectura tercera. Individuo y persona - Fundación Gustavo Bueno

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<strong>Lectura</strong> 3. <strong>Individuo</strong> y <strong>persona</strong>. X 193<br />

son distintos de las disposiciones legales, y de los decretos reglamentarios. No<br />

puede darse por evidente que los Principios, pese a su nombre, antecedan siempre<br />

a las conclusiones, puesto que también puede decirse que las presuponen anafóricamente.<br />

La guillotina no fue inventada a partir de las fórmulas de la ley de la<br />

gravitación newtoniana y, aunque se explica por ellas, también la ley de la gravitación<br />

se prueba con una guillotina en pleno funcionamiento. En cualquier caso,<br />

podemos intentar extender la comparación al plano semántico, es decir, al plano<br />

en el que vienen dibujados los contenidos de los principios físicos o políticos. Y<br />

sin que ello implique una reducción de las leyes políticas a las mecánicas, o recíprocamente,<br />

siempre que sea posible regresar a estructuras más abstractas, que estén<br />

presentes a la vez en los sistemas políticos y en los sistemas mecánicos.<br />

Por ejemplo, estructuras propias de la teoría de los todos y las partes, como<br />

puedan serlo las multiplicidades constituidas por unidades enclasadas y defmidas<br />

en ciertas condiciones precisas, ya sea en un espacio físico (corpúsculos, manzanas,<br />

planetas), ya sea en un espacio social (individuos, familias, ciudades, Estados).<br />

Los principios axiomáticos que rigieran estas multiplicidades enclasadas deberían<br />

tener la forma lógica de las «funciones abiertas», indeterminadas; unas<br />

funciones que sólo alcanzan sus posibilidades operatorias (en los campos de referencia)<br />

engranadas a parámetros y a determinaciones de escala de los campos de<br />

variabilidad, que deben ser minuciosamente definidos. Para que los principios axiomáticos<br />

de este género funcionen como tales, es preciso definir las unidades del<br />

campo (físico o político), la naturaleza de sus enclasamientos, las relaciones y las<br />

operaciones en juego. Desde este punto de vista, cabría comparar el primer axioma<br />

de Newton, el principio de la inercia, con el principio revolucionario de la libertad;<br />

el segundo axioma, o principio de la fuerza (masa por aceleración) correspondería<br />

al principio político de la igualdad, que define la masa de cada unidad<br />

por la igualdad de las relaciones entre las fuerzas y las aceleraciones; y el tercer<br />

principio, el principio de la acción recíproca (que culmina en la ley de la gravitación<br />

universal) se correspondería con el principio revolucionario de l&fraternidad.<br />

Desde luego, la comparación obligaría también a preguntar, tanto en Física,<br />

como en Política: ¿Expresan los principios la realidad misma del comportamiento<br />

de los entes, o sólo son principios regulativos, en el límite, ficciones heurísticas,<br />

o simples convenciones, como las del no menos revolucionario «sistema métrico<br />

decimal»? No faltará quien intente explicar la diferencia entre los Principios de<br />

la Revolución física y los Principios de la Revolución política alegando que precisamente<br />

los principios físicos habrían de ser considerados como principios constitutivos<br />

(principios de realidades, del ser), mientras que los principios políticos<br />

tendrían que interpretarse como principios regulativos (principios ideales, de un<br />

deber ser colindante con Utopía). Pero esta explicación no es convincente. Pues<br />

el principio de la inercia, podría considerarse tan ideal (es decir, prescriptivo, no<br />

descriptivo, o empírico) como pudiera serlo el principio de la libertad; y el principio<br />

de la igualdad, como veremos, es todo menos utópico, no es más utópico<br />

que el principio de la fuerza, en Mecánica. Las diferencias, que las hay, habrá que<br />

buscarlas en otra parte.<br />

<strong>Gustavo</strong> <strong>Bueno</strong>, El sentido de la vida, Pentalfa, Oviedo 1996

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