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Lectura tercera. Individuo y persona - Fundación Gustavo Bueno

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<strong>Lectura</strong> 3. <strong>Individuo</strong> y <strong>persona</strong>. X 197<br />

millas, ciudades, Ordenes, Estados... Y también aquí cabe sospechar que (como<br />

ocurrió con los axiomas físicos) fue en la escala «macroscópica» en donde comenzaron<br />

a ejercitarse los tres axiomas «revolucionarios». Pues las anfictionías<br />

de las ciudades helénicas se organizaron precisamente en función de los principios<br />

de libertad, de igualdad y de fraternidad -aunque ellos no hubieran sido formulados<br />

de ese modo. Sin embargo, las anfictionías no podrían ser consideradas<br />

como organizaciones revolucionarias, en el sentido moderno, puesto que se mantenían<br />

en los límites de la sociedad esclavista antigua. Y este hecho nos induce a<br />

sospechar que lo revolucionario de la Gran Revolución no reside tanto en la formulación<br />

abstracta de la trinidad axiomática, cuanto en el cambio de la «escala»<br />

de las variables asociadas a esa formulación; o, si se prefiere, en el cambio de variables,<br />

en el tratamiento, por decirlo así, de los habitantes de una ciudad -por lo<br />

menos, de aquellos habitantes que tenían un cierto nivel de renta- como si fuesen<br />

ellos mismos ciudades de una anfíctionía. E)e otro modo, en la proyección de los<br />

principios que regían ciertas confederaciones de ciudades sobre los individuos de<br />

cada ciudad. Y estos cambios de escala nos ponen muchas veces en presencia de<br />

estructuras que resultan ser incompatibles con estructuras que, a escala diferente,<br />

satisfacían, antes del cambio, el sistema de los axiomas.<br />

En efecto: ya la ampliación de la igualdad, o de la fraternidad, del ciudadano<br />

al hombre encubre conflictos infinitos -«n realidad, toda la historia de la<br />

humanidad-; conflictos que en la Declaración del 89 aparecían disimulados tras<br />

la inocente copulativa («Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano»).<br />

El sentido de la fraternidad varía -mucho más de lo que varía el significado<br />

de la gravedad, en transposiciones análogas- al variar el radio del círculo<br />

al que se aplica. La fraternidad estricta, la de las familias cognaticias, tiene muy<br />

poco que ver con la fraternidad metafórica (metafísica) que se pretende establecer<br />

entre los conciudadanos, o entre los camaradas de Partido o de clase, o entre<br />

los miembros de la misma Iglesia, o raza, o Nación, o especie. ¿Y por qué detenemos<br />

en la especie linneana? ¿Por qué no pasar al género, al cultivo de los lazos<br />

fraternos entre individuos de distintas especies de un mismo género, o incluso<br />

al orden de los primates? ¿No procedemos todos del mismo tronco y somos,<br />

por lo tanto, hermanos, en un sentido amplio? Así parecen entenderlo los activistas<br />

de los Frentes de liberación animal, o de la Liga en defensa de los derechos<br />

de los chimpancés.<br />

Los cambios de variable, o los cambios de parámetro, en el terreno político,<br />

no son meros cambios gnoseológicos; suelen ir asociados a cambios revolucionarios,<br />

sin que el sistema de los axiomas que los preside tenga capacidad, por sí<br />

mismo, para producir tales cambios. Es el significado de esos axiomas el que debe<br />

entenderse que cambia con los cambios de variable o de parámetro. Por ello, cuando<br />

se buscan axiomas políticos, o «éticos», formales, a fin de justificar la racionalidad<br />

de una sociedad dada, presentándola como el resultado de los juicios de un<br />

«preferidor racional» que se limitase a aplicar los axiomas (al modo de Rawls,<br />

por ejemplo) lo que se está haciendo no es ya una preferencia «racional», formal,<br />

sino una preferencia material de un sistema social dado entre otros posibles.<br />

<strong>Gustavo</strong> <strong>Bueno</strong>, El sentido de la vida, Pentalfa, Oviedo 1996

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