Lectura tercera. Individuo y persona - Fundación Gustavo Bueno
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<strong>Lectura</strong> 3. <strong>Individuo</strong> y <strong>persona</strong>. VI 169<br />
En cualquier caso, la doctrina escolástica tradicional, al enseñar que la <strong>persona</strong>lidad<br />
humana (definida por Boecio como «sustancia individual de naturaleza<br />
racional») deriva de la misma espiritualidad del alma racional que Dios crea nominatim<br />
en cada individuo humano, arrastra, a pesar de su notorio contenido mítico-metafi'sico<br />
(puntualmente paralelo al contenido de la <strong>persona</strong>lización del individuo<br />
humano «hijo de María» mediante su unión hipostática con la Segunda<br />
Persona de la Trinidad), la certera evidencia de la imposibilidad de construir la<br />
<strong>persona</strong>lidad a partir del desarrollo inmanente de la individualidad natural, biológica<br />
o psicológica. La «<strong>persona</strong>lización» no será algo así como el proceso de<br />
«maduración» del individuo de la especie homo sapiens que, al llegar a un cierto<br />
estado de su desenvolvimiento evolutivo (fílogenético y ontogenético), desarrolla<br />
una <strong>persona</strong>lidad prefigurada en él, a la manera como desarrolla la segunda<br />
dentición. El paso del individuo a la <strong>persona</strong> se concibirá más bien como un proceso<br />
de anamorfosis: la <strong>persona</strong>lidad se constituirá a partir de la acción de formas<br />
procedentes «de fuera» del individuo, de la sociedad o de la cultura «envolvente».<br />
Y todo ello, según procesos históricamente determinados de un modo preciso<br />
(Freud: según la estructura familiar que suministra los modelos del Super-Ego),<br />
que tienden a unir «hipostáticamente» al individuo con esas estructuras «envolventes»,<br />
elevándolo de ese modo, a su condición de <strong>persona</strong>. Aunque formulada<br />
en los términos de la metafísica sustancialista más grosera, la doctrina escolástica<br />
de la creación nominatim del alma espiritual (que implica el carácter idiográfico<br />
e irrepetible de cada <strong>persona</strong>) está más cerca del materialismo filosófico que de<br />
cualquiera de las doctrinas naturalista de la evolución o transformación inmanente<br />
del individuo en <strong>persona</strong>.<br />
El <strong>persona</strong>lismo inclusivo, tanto en la versión agustiniano-cartesiana como<br />
en la versión tomista, ha sido la doctrina constante de todo el pensamiento cristiano<br />
y últimamente en España ha inspirado la teoría de la <strong>persona</strong> de Xavier Zubiri.<br />
En Francia, Emmanuel Mounier destacó por la defensa de un <strong>persona</strong>lismo<br />
que participa mucho de la tradición cartesiana (la <strong>persona</strong>, como entidad de suprema<br />
dignidad, tiene una existencia incorpórea, aun cuando está moralmente<br />
comprometida en los problemas concretos de nuestro mundo político y social) y<br />
se opone tanto al individualismo (por ejemplo, al Único, de Max Stimer) como al<br />
estatismo fascista o comunista.<br />
El <strong>persona</strong>lismo, en su versión más radical (<strong>persona</strong>lismo exento) es el que<br />
defendió Max Scheler en su Ética. Scheler, en efecto, postula la necesidad de la<br />
<strong>persona</strong> como referencia unitaria del reino de los valores morales. Pero esta referencia<br />
no es nada que esté por debajo de los actos de valoración, sino que está<br />
dándose en los mismos actos en los cuales tiene lugar la intuición de los valores.<br />
Estos actos están orientados y estructurados por la jerarquía objetiva del reino de<br />
los valores -y no por un hipotético supuesto o hipóstasis subjetiva-. Podría acaso<br />
decirse que Scheler concibe la <strong>persona</strong> más bien por relación al mundo objetivo<br />
de bienes y valores (en un sentido próximo a aquello que Kant llamó la apercepción<br />
transcendental, que confiere a cada sujeto un mundo propio) que por relación<br />
al supuesto, sujeto-conciencia o ego, de Boecio, San Agustín o Descartes.<br />
<strong>Gustavo</strong> <strong>Bueno</strong>, El sentido de la vida, Pentalfa, Oviedo 1996