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Lectura tercera. Individuo y persona - Fundación Gustavo Bueno

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<strong>Lectura</strong> .?. <strong>Individuo</strong> y <strong>persona</strong>. II IM<br />

mica denominada, en algunos planes de estudios, «Personalidad» figura en los<br />

planes de estudio de Facultades o Departamentos de Medicina. Psicología o Antropología).<br />

Según esto podremos decir que si no cabe hablar de «ciencia positiva<br />

de la <strong>persona</strong>lidad», no es porque no exista tal ciencia, sino porque existen varias.<br />

Por lo menos hay tres disciplinas científicas o tres tipos de tratamientos científico-positivos<br />

(o con voluntad de serlo) de la <strong>persona</strong>lidad, a saber: el tratamiento<br />

biológico-médico (ciencia biológica de la <strong>persona</strong>lidad), el tratamiento psicológico<br />

(ciencia psicológica de ¡a <strong>persona</strong>) y el tratamiento antropológico (una disciplina<br />

que ha recibido el nombre de Cultura y <strong>persona</strong>lidad).<br />

Por lo demás, estos tres modos de tratamiento científico de la <strong>persona</strong>lidad<br />

pueden reconocerse en el común horizonte genérico que les hemos asignado. Los<br />

dos primeros porque, partiendo del complejo «<strong>persona</strong> humana», como algo ya<br />

dado en una cultura determinada (aunque ésta suele ser abstraída) regresan hacia<br />

los componentes biológicos o psicológicos a partir de los cuales pudiera darse<br />

cuenta de los diferentes tipos, normales o patológicos, de <strong>persona</strong>lidades empíricas.<br />

Este regressus nos lleva al terreno biológico o psicológico en el que se dibuja<br />

el individuo humano, siempre que tras una tal reducción la <strong>persona</strong> misma<br />

no quede borrada o disuelta del todo; porque podría pensarse que lo que estas<br />

disciplinas están haciendo es transformar el significado de la idea de <strong>persona</strong> en<br />

un correlato naturalista suyo, como pueda serlo el concepto de temperamento, o<br />

de carácter individual («idiosincrasia»). Esto es lo que muchos pretenden; en<br />

cualquier caso habría que decir que si tales ciencias naturales pueden seguir considerándose<br />

como «ciencias de la <strong>persona</strong>lidad» será debido a que mantienen de<br />

algún modo la referencia a las <strong>persona</strong>s en su sentido originario, aunque a este<br />

sentido originario se le identifique con d fenómeno al que ha de volver toda ciencia<br />

natural reductora (esto ocurre, por ejemplo, cuando se pretende derivar determinadas<br />

diferencias «fenoménicas» de índole moral de determinadas diferencias<br />

naturales).<br />

En cuanto a la antropología de la <strong>persona</strong>lidad, cabe decir que ella se sitúa<br />

también en un horizonte genérico. Ante todo, al regresar hacia el concepto de un<br />

mdividuo humano, definido precisamente como un «individuo orgánico». Un sujeto<br />

al que se le dotará de gran plasticidad, pero que, por sí mismo, no podría ser<br />

considerado <strong>persona</strong>, si es que se afirma que la <strong>persona</strong>lidad ha de recibirla precisamente<br />

como consecuencia del moldeamiento o troquelado al que habrá de ser<br />

sometido por la «cultura» en la que ese individuo haya nacido. Sobre todo, porque<br />

los diferentes «troquelados» según los cuales el individuo orgánico es conformado<br />

en cuanto miembro del grupo social habrán de ser considerados genéricamente<br />

como «formas de <strong>persona</strong>lización». Y esto llevaría a equiparar, en nombre<br />

del «relativismo cultural», los papeles (roles, <strong>persona</strong>jes o funciones) circunscritos<br />

necesariamente a su círculo cultural, del brujo, del chamán, del poseso o del<br />

obseso, con los papeles, funciones o roles de una <strong>persona</strong> que viva en una «sociedad<br />

racional» (en la medida en que esta sociedad exista), papeles que ya no podrán<br />

circunscribirse a un único círculo cultural precisamente porque pretenden ser<br />

transcendentales a todo círculo, hasta abarcar a la humanidad entera.<br />

<strong>Gustavo</strong> <strong>Bueno</strong>, El sentido de la vida, Pentalfa, Oviedo 1996

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