Lectura tercera. Individuo y persona - Fundación Gustavo Bueno
Lectura tercera. Individuo y persona - Fundación Gustavo Bueno
Lectura tercera. Individuo y persona - Fundación Gustavo Bueno
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Leclwa 3. <strong>Individuo</strong> y <strong>persona</strong>. V 163<br />
bres del presente, sigue teniendo el entorno animal (linneano o no linneano), también<br />
habrá que concluir que el «enfrentamiento» a ese entorno, real o virtual, no<br />
es meramente un enfrentamiento «arqueológico» o «doxográfico», que pudiera<br />
ser olvidado, sino un enfrentamiento que sigue siendo constitutivo de la morfología<br />
de la <strong>persona</strong> de nuestro presente.<br />
Ahora bien, la circunscripción de la idea materialista de <strong>persona</strong> al «Género<br />
humano» y, por tanto, la polarización antrópica indudable de tal idea, no tiene por<br />
qué hacerse equivalente a la identificación en extensión del «Género humano»<br />
con la «Sociedad de <strong>persona</strong>s». El componente evolucionista o histórico del cuadro<br />
(12), en el que inscribimos la idea materialista de <strong>persona</strong>, permite la «polarización<br />
antrópica» de la idea de <strong>persona</strong> simultáneamente con el reconocimiento<br />
de situaciones en las cuales los hombres no son <strong>persona</strong>s (por ejemplo, la situación<br />
que ya hemos mencionado anteriormente, de los hombres prehistóricos del<br />
Paleolítico inferior; no resultaría impertinente recordar aquí que Marx extendió<br />
el concepto de prehistoria de la humanidad hasta el advenimiento del comunismo).<br />
En este contexto evolutivo de la «morfología de la <strong>persona</strong>», cobra una importancia<br />
de primer orden la cuestión del significado de Xa. forma humana en la<br />
esencia del concepto mismo del hombre en cuanto <strong>persona</strong>. No bastará definir al<br />
hombre como animal racional, salvo que se dé por descontado que este animal racional<br />
ha de tener la forma humana: por mucho que un loro pronuncie discursos<br />
racionales (decía Locke) nunca llegará a ser considerado como hombre. Más aún,<br />
por mucho que un ordenador resuelva problemas algebraicos, traduzca lenguas<br />
extranjera o mantenga «conversaciones», no podrá ser considerado como una <strong>persona</strong><br />
humana, y no ya porque carezca de «conciencia», «sentiminto» o «alma»,<br />
sino porque carece de cuerpo humano.<br />
Pero el principio evolucionista que nos sirvió para delimitar el carácter antrópico<br />
de la idea de <strong>persona</strong> resultará ahora limitado por la propia idea de <strong>persona</strong><br />
que él alumbró. Porque si la <strong>persona</strong> humana aparece como un valor supremo<br />
en el Universo, tendremos que declararlo también insuperable, aun cuando «recuperemos»<br />
el punto de vista evolutivo. De otro modo, prácticamente tendremos<br />
que poner todos los medios a nuestro alcance para preservar la forma humana,<br />
mediante la medicina, la eugenesia o cualquier otro recurso de ingeniería genética,<br />
de los peligros derivados de cualquier eventual transformación morfológica<br />
significativa (peligros hoy más reales que nunca en función de las posibilidades<br />
abiertas por la ingeniería genética). Mientras que las ciencias biológicas consideran<br />
al proceso de la evolución de las especies y de su transformación en otras como<br />
la regla general, incluso como un modo de cumplirse la «ley del progreso» de los<br />
vivientes, la Antropología se basa en la consideración de la figura del «hombre<br />
linneano» como un modelo definitivo. En lo que a su morfología se refiere no cabrá<br />
hablar siquiera de progreso, puesto que el límite superior se supone que ya ha<br />
sido alcanzado. Este límite lo señala precisamente la idea de <strong>persona</strong> humana. Se<br />
aceptará la evolución -incluso por algunos iusnaturalistas- en el tramo que va de<br />
los homínidas al hombre, pero se rechazará en cuanto se reconozca que la figura<br />
humana ha alcanzado el límite de su perfección anatómica y fisiológica.<br />
<strong>Gustavo</strong> <strong>Bueno</strong>, El sentido de la vida, Pentalfa, Oviedo 1996