Lectura tercera. Individuo y persona - Fundación Gustavo Bueno
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<strong>Lectura</strong> 3. <strong>Individuo</strong> y <strong>persona</strong>. V IS3<br />
nes las <strong>persona</strong>s de la Tierra, o las de Saturno o Júpiter, se desarrollan independientemente,<br />
sin que pueda decirse que forman una «sociedad»; lo que no sería aplicable<br />
a las concepciones «espiritistas» actuantes en algunos círculos krausistas, o a<br />
ciertas hipótesis actuales (Hoyle, von Daniken) sobre el origen extraterrestre de las<br />
<strong>persona</strong>s humanas que viven en la Tierra. También es verdad que las determinaciones<br />
de los casos en los cuales la totalización es de tipo T o de tipo 5 depende de<br />
la escala de la multiplicidad considerada, o, si se prefiere, de los parámetros que se<br />
tomen en cada caso (si asimilamos las totalizaciones T y (I a funciones): desde el<br />
parámetro «individuo corpóreo» una ciudad puede considerarse como una totalidad<br />
T constituida por sus individuos-ciudadanos, en calidad de partes atributivas; pero<br />
si tomamos como «parámetro de elemento» a la propia ciudad, por respecto de la<br />
sociedad humana en la época de Arato, esta sociedad podría considerarse como una<br />
totalidad (I cuyos elementos fuesen precisamente las propias ciudades.<br />
Nosotros tomaremos, como límite absoluto de totalidades T, al «conjunto<br />
universal de <strong>persona</strong>s reconocidas en el mundo» (según los criterios que se determinen);<br />
pero también consideraremos como parámetro significativo al «Género<br />
humano», sin, por supuesto, ignorar otros parámetros tan sospechosos como<br />
pueda serlo el de la «raza aria». En cuanto a los elementos de 3: como límite absoluto<br />
consideraremos a los individuos humanos (más exactamente: cerebros humanos,<br />
dotados de autonomía, sin perjuicio de estar unidos hipostáticamente a un<br />
solo cuerpo); pero también podremos tomar como parámetros de individuo (o elementos<br />
de clase) a las bandas, ciudades-Estado, sociedades mercantiles, Estados<br />
nacionales, &c. Estos parámetros alcanzan su pleno sentido obviamente sólo en<br />
composición con los restantes criterios. Por ejemplo, manteniéndonos en los anteriores,<br />
la verdadera diferencia entre concepciones tales como las teológicas cristianas<br />
(comunidades de <strong>persona</strong>s divinas, angélicas, humanas) y las concepciones<br />
filosóficas (Fontenelle, pero también Santo Tomás, tomado como filósofo)<br />
puede ponerse precisamente en esta diferencia en el modo de totalización. Todas<br />
ellas admiten, en efecto, la existencia tanto de <strong>persona</strong>s no humanas como la de<br />
<strong>persona</strong>s humanas; pero no es lo mismo postular la comunidad (T), necesariamente<br />
jerarquizada, que postular a las <strong>persona</strong>s humanas al margen de cualquier<br />
subordinación a las <strong>persona</strong>s no humanas (en el caso de Santo Tomás, habría que<br />
tener en cuenta su tesis, ya mencionada, sobre la creación nominatim de cada alma<br />
espiritual en el cuerpo engendrado, siempre que interpretemos esta tesis como un<br />
modo de aplicar, a través de la causa primera, el esquema de la totalización distributiva).<br />
Asimismo (y refiriéndonos ahora a las multiplicidades constituidas en<br />
el eje circular) la importancia de la distinción entre las totalizaciones T y J puede<br />
medirse en el momento en el que advertimos que la diferencia entre las ideas del<br />
«comunismo» y el «liberalismo», por ejemplo, tienen que ver con las diferencias<br />
en la totalización T y 3 referidas a un conjunto de individuos dados.<br />
Nuestro cuarto criterio, por tanto, opone las concepciones de la sociedad de<br />
<strong>persona</strong>s que utilizan esquemas de tipo atributivo (p) a las concepciones que utilizan<br />
esquemas característicos de totalización distributiva (q), por referencia a<br />
unos parámetros comparables.<br />
<strong>Gustavo</strong> <strong>Bueno</strong>, El sentido de la vida, Pentalfa, Oviedo 1996