Lectura tercera. Individuo y persona - Fundación Gustavo Bueno
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<strong>Lectura</strong> 3. <strong>Individuo</strong> y <strong>persona</strong>. VIH 181<br />
mal o con un demonio (el licántropo u hombre lobo, el obseso o el poseso) o bien<br />
con otra <strong>persona</strong> individual (el loco que cree ser Napoleón). Sin embargo, con este<br />
criterio en la mano, no podríamos poner en la categoría de «alienado» al fanático<br />
que asesina en nombre de un proyecto político o religioso abstracto, y a cuyos objetivos<br />
no pueda dárseles más valor que el que convenga a las <strong>persona</strong>s asesinadas<br />
por él. Más que de alienación habría que hablar, en estos casos, de «falta de<br />
juicio» (de sindéresis o de prudencia).<br />
El concepto positivo de alienación propuesto (categorial, psicopatológico),<br />
que tiene que ver con el problema de la «coordinación biunívoca» entre <strong>persona</strong>s<br />
e individuos humanos, no es el que se utiliza en la tradición marxista o existencialista.<br />
La «alienación» se predica, con pretensiones filosóficas (no meramente<br />
científico categoriales), de individuos o de <strong>persona</strong>s no necesariamente «dementes»,<br />
sino ordinarias, que llevan una vida corriente, «normal». De aquí la dificultad<br />
de esta idea y el peligro de llevarla al terreno teológico o puramente metafísico.<br />
Por ejemplo:<br />
a) Al terreno del pecado original: según San Agustín, Adán (el hombre) al<br />
pecar se hizo «otro», es decir, se «alienó», puesto que su originario «estado<br />
de Gracia», que consistía en «vivir en presencia de Dios», se transformó<br />
cuando Adán (el hombre), volviéndose de espaldas a Él, se internó<br />
en sí mismo, en su soberbia y en su egoísmo: tal es la «alienación<br />
teológica». La paradoja de la concepción agustiniana de la alienación no<br />
puede ser más aguda: la <strong>persona</strong> humana queda alienada, es decir, sale<br />
«fuera de sí misma», cuando «entra en sí misma». (Se diría: la alienación<br />
se produce en el ensimismamiento.) Los agustinianos podrán resolver<br />
la paradoja apelando a la idea de que el «estado de auténtica plenitud<br />
del hombre» tiene lugar en el momento de su presencia ante Dios:<br />
es por relación a este estado metafísico, que ya implica, por sí mismo,<br />
un estar ante otro, por lo que la ruptura con Dios significa «salir fuera<br />
del estado de plenitud», &c.<br />
b) Al terreno de la falsa conciencia: según Marx la conciencia es una especie<br />
de «cámara oscura» que vuelve las cosas del revés: por ejemplo, pone<br />
a los dioses como causas del hombre cuando fue el hombre quien causó<br />
a los dioses (tal es la «alienación religiosa»).<br />
c) Al terreno de la mala fe: según Sartre el «Ser-para-sí», ante la Nada, necesitará<br />
engañarse a sí mismo «alienándose», autopresentándose, por ejemplo,<br />
como ser sustantivo, inmortal o eterno, identificándose como <strong>persona</strong><br />
con los usos im<strong>persona</strong>les (o con las cosas) que la sociedad le sugiere.<br />
Por nuestra parte definiríamos la alienación en general partiendo del concepto<br />
genérico de la «falsa conciencia». Entendemos por falsa conciencia el atributo<br />
de cualquier sistema de ortogramas en ejercicio del que pueda decirse que<br />
<strong>Gustavo</strong> <strong>Bueno</strong>, El sentido de la vida, Pentalfa, Oviedo 1996