Lectura tercera. Individuo y persona - Fundación Gustavo Bueno
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226 <strong>Gustavo</strong> <strong>Bueno</strong>, El sentido de la vida.<br />
Pero esta escala es inconmensurable con la de los ritmos circadianos, muchas veces,<br />
de las vidas individuales, y así, llega la muerte del individuo, o de otros individuos<br />
de su entorno, cuando la <strong>persona</strong> está implicada en programas o en planes<br />
que no contemplan ni pueden contemplar la muerte del individuo. Es la<br />
contradicción conocida en el refrán clásico: ars tonga, vita hrevis. Esta contradicción<br />
o, si se prefiere, fracaso constitutivo, con todas sus ramificaciones, y no<br />
la presencia de la Nada, ¿no puede dar cuenta de la tonalidad sombría que, en genera!,<br />
va asociada a la idea de la muerte?<br />
13. Insuficiencia del sistema de ideas analizadas hasta el momento.<br />
En los párrafos anteriores hemos procurado determinar las líneas de un sistema<br />
mínimo de conceptos que fiíera sin embargo capaz de reformular los problemas más<br />
graves que hoy se nos plantean a propósito de la práctica de la eutanasia, que podemos<br />
suponer, en general, relativamente bien definida en el plano operatorio-positivo.<br />
El sistema de conceptos recién esbozado, no porque lo consideremos mínimo,<br />
lo hemos de considerar también autosuficiente. El es sólo, a lo sumo, un sistema alternativo<br />
entre otros sistemas vigentes, y sólo podría abrirse camino en polémica<br />
con ellos. La función principal que atribuimos a este sistema mínimo de conceptos<br />
es la de manifestar no sólo que los problemas axiológicos que están implicados en<br />
la práctica de la eutanasia son internos a estas prácticas (y no prejuicios artificiosamente<br />
sobreañadidos a ellas) sino también que el juicio axiológico (ético, moral, estético)<br />
no es exento, que no cabe hablar de una ética (o bioética) de la eutanasia,<br />
como si se tratase de un conjunto exento de cuestiones (perteneciente a una disciplina<br />
autónoma, llamada ética o bioética) puesto que el sistema mínimo nos lleva<br />
desde su mismo interior a la necesidad de tomar «decisiones ideológicas» de carácter<br />
filosófico, político, religioso, metafísico o teológico, y a comprometemos con<br />
ellas en la medida en que nuestro «juicio» sobre la eutanasia sea firme. En cualquier<br />
caso, y al margen de sus virtualidades propias, la principal función adicional que<br />
atribuimos a nuestro sistema mínimo propuesto es la de marcar un nivel o escala en<br />
el planteamiento de los problemas de la eutanasia que nos preserve de los tratamientos<br />
al uso, en tanto suelen ser o bien meramente pragmáticos (o retórico sentimentales)<br />
o bien «descaradamente» metafísicos o místicos. No pretendemos conseguir<br />
la extinción de un tratamiento pragmático o metafísico de la cuestión de la<br />
eutanasia, pero sí obligar a estos tratamientos a demostrar su capacidad de incorporación<br />
de los planteamientos dados a la escala de nuestro sistema mínimo.<br />
14. Crítica a determinadas fundamentaciones de la eutanasia.<br />
Conviene tener en cuenta, en efecto, que todo aquél que se enfrenta axiológicamente<br />
con una cuestión como la eutanasia, suele proceder según tres métodos<br />
que casi siempre se dan disociados: uno de estos métodos podía ser llamado<br />
intuitivo (por cuanto pretende poder juzgar axiológicamente de modo inmediato,<br />
<strong>Gustavo</strong> <strong>Bueno</strong>, El sentido de la vida, Pentalfa, Oviedo 1996