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Lectura tercera. Individuo y persona - Fundación Gustavo Bueno

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188 <strong>Gustavo</strong> <strong>Bueno</strong>. El sentido de la vida.<br />

merizo proyecto de Lévi-Strauss -«ver a los hombres como hormigas»- era en realidad<br />

una fórmula etológica), «suspender el juicio práctico» (moral, estético, religioso,<br />

&c.), precisamente porque este juicio recae sobre individuos o sociedades no<br />

sólo de nuestra propia especie, sino de poblaciones de esta especie que son nuestros<br />

«contemporáneos primitivos». En general, sobre sociedades que tienen que ver con<br />

materias que nos conciemen y de las que no podemos declaramos ajenos, por cuanto<br />

ante ellas tenemos que tomar decisiones prácticas perentorias tales que la inhibición<br />

por nuestra parte tiene también la forma de una decisión. (¿Hay que respetar la identidad<br />

cultural de una sociedad de antropófagos, o de otra que practica la mutilación<br />

ritual, o el homicidio del donante forzoso en una operación quirúrgica de trasplante<br />

de órganos?, o, en la misma línea, ¿hay que respetar en nombre de la preservación<br />

de una identidad cultural, las mitologías de los astros-dragones, los tabúes metafísicos<br />

-el tabú de las transfusiones de sangre, pongamos por caso-, las ordalías del veneno,<br />

las etiologías fantásticas y las terapias no menos fantásticas y peligrosas, pero<br />

de elevado interés folklórico, de tantas medicinas vernáculas?)<br />

¿Hay alguna posibilidad para asignar algún lugar a la Idea de Hombre que no<br />

sea reducible a la condición de animal culturalmente determinado y asignado a una<br />

cultura concreta, descrita por la Emología o por la Historia? Si dejamos de lado la<br />

consideración de las versiones metafísicas de ese lugar del hombre «más allá» de<br />

sus determinaciones culturales (que conducen a la idea del hombre como Espíritu,<br />

como imagen de Dios, o como Dios mismo), sólo parece que nos queda el acogernos<br />

al lugar que pueda ir abriéndose en el proceso mismo de trituración de esas determinaciones<br />

culturales por efecto de la acción de otras de sentido contrario. Este<br />

regressus no podría ser identificado, sin más, con el nihilismo (ni siquiera con el<br />

nihihsmo epicúreo, que se traduce en la recomendación de Epicuro: «Toma tu barco,<br />

hombre feliz, y huye a vela desplegada de toda forma de cultura»), aun cuando el<br />

nihilismo sea siempre una de sus posibles resoluciones. Más aún: muchas de las versiones<br />

-religiosas o místicas o ascéticas-, aparentemente positivas, de la idea de<br />

hombre como Espíritu Absoluto, «más allá de la cultura», o incluso «más allá del<br />

bien y del mal», pueden reinterpretarse como formas casi puras de nihilismo retóricamente<br />

disfrazado. El regreso hacia el nihilismo también puede interpretarse como<br />

orientado hacia un límite dialéctico que requiere ser revertido hacia los lugares mundanos,<br />

en donde se agitan las formas culturales, como único modo de que él alcance<br />

una eficacia no meramente intencional ni metafísica. Una eficacia que sólo podríamos<br />

hacer consistir en la «decantación» de aquellas determinaciones del hombre de<br />

las que en cada momento pueda decirse que están más allá (no precisamente más<br />

acá o previamente dadas) de sus determinaciones culturales (o folklóricas), aunque<br />

únicamente puedan resultar en la confrontación de todas ellas.<br />

No podemos ofrecer aquí ejemplos detallados de lo que pudieran ser estos<br />

«atributos transculturales» del hombre. Atributos que, en ningún caso, habría que<br />

entender como atributos absolutos (dado que sólo resultan de la confrontación de<br />

determinaciones culturales concretas dadas históricamente). Tan sólo nos referiremos<br />

a una de las determinaciones en la que, simultáneamente, advertimos la mayor<br />

intensidad posible de la fuerza de obligar atribuida a un contenido formal -re-<br />

<strong>Gustavo</strong> <strong>Bueno</strong>, El sentido de la vida, Pentalfa, Oviedo 1996

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