Lectura tercera. Individuo y persona - Fundación Gustavo Bueno
Lectura tercera. Individuo y persona - Fundación Gustavo Bueno
Lectura tercera. Individuo y persona - Fundación Gustavo Bueno
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
<strong>Lectura</strong> 3. <strong>Individuo</strong> y <strong>persona</strong>. VI 167<br />
c) Cuando la <strong>persona</strong>lidad se entiende como un sistema abierto en el sentido<br />
de Bertalanffy:<br />
«un sistema se define como un conjunto de componentes en estado de interacción;<br />
un sistema es abierto cuando el intercambio de materia con el medio, por ejemplo,<br />
el metabolismo en los organismos vivientes, es necesario para que se mantenga<br />
su estructura, disminuyendo su entropía; es cerrado cuando esto no ocurre.»<br />
Los modelos sistémicos incorporan al concepto de <strong>persona</strong>lidad la interacción<br />
del individuo con su medio.<br />
Ahora bien, ¿por qué considerar como alternativas filosóficas, aunque sean<br />
reduccionistas, a estos modelos pretendidamente categoriales de la <strong>persona</strong>lidad,<br />
preparados para la investigación empírica? Semejantes modelos precisamente no<br />
quieren ser una filosofía de la <strong>persona</strong>lidad sino una ciencia de la misma. Por así<br />
decir, no sólo reducen la Idea de <strong>persona</strong> a una categoría sino que. con su metodología,<br />
quieren reducir el tratamiento filosófico de la idea de <strong>persona</strong> al tratamiento<br />
científico de la misma. Es cierto que estos modelos categoriales, cuando<br />
se limitan a ser utilizados en servicio de tales modelos, tienen una función característica<br />
que acaso podríamos hacer consistir en lo siguiente: en ofrecer modelos<br />
de análisis genérico (es decir, de componentes genéricos de la <strong>persona</strong>) que son<br />
comunes a otras realidades no <strong>persona</strong>les. En efecto, la <strong>persona</strong> es una Gestalt.<br />
como también lo es un cristal; y la <strong>persona</strong> humana es un sistema abierto, como<br />
también puede serlo una llama de fuego.<br />
El significado filosófico de los modelos categoriales comienza a manifestarse<br />
precisamente en el momento en que ellos pretenden erigirse en la definición<br />
última de la <strong>persona</strong>. Sólo entonces cobrará sentido la discusión con los argumentos<br />
de las doctrinas «no categoriales», obligando a las teorías categoriales a<br />
entrar en el terreno de la filosofía. (Ocurre como cuando el ateo no se limita a<br />
prescindir de Dios, sino que se decide a polemizar con el teólogo: es entonces<br />
cuando tiene que hacer él mismo teología; el ateísmo es un concepto teológico,<br />
en un sentido análogo a como el cero es un concepto aritmético.)<br />
4. Teorías metafísicas de la <strong>persona</strong>.<br />
Las concepciones de la <strong>persona</strong>lidad humana, que hemos llamado metafísicas,<br />
se caracterizan por postular la <strong>persona</strong>lidad, desde luego, como siendo, de algún<br />
modo, el centro de todo el mundo moral, y aun real, pero utilizando siempre conceptos<br />
tales (por ejemplo, el concepto de sustancia) que hacen imposible establecer<br />
los nexos dialécticos que la <strong>persona</strong> puede guardar con sus componentes individuales<br />
(biológicos, psicológicos, &c.). En efecto, incluso cuando la idea de <strong>persona</strong><br />
va explícitamente referida al individuo o al sujeto, este individuo suele figurar como<br />
una sustancia o supuesto (hipóstasis) que está por debajo, precisamente, de los fenómenos<br />
en cuyo terreno se organizan las categorías biológicas, o sociológicas.<br />
<strong>Gustavo</strong> <strong>Bueno</strong>, El sentido de la vida, Pentalfa, Oviedo 1996