Lectura tercera. Individuo y persona - Fundación Gustavo Bueno
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204 <strong>Gustavo</strong> <strong>Bueno</strong>. El sentido de la vida.<br />
sólo ideológicamente médicas, como sería el caso de aquella interpretación racista<br />
del color de los negros como pecosidad efecto de un exceso de bilis -Samuel<br />
S. Smith- o bien como un tipo de lepra benigna -Benjamín Rush-) pueden ser<br />
múltiples, pero las más importantes son las especificaciones jurídicas, políticas o<br />
religiosas (que casi nunca actúan, por lo demás, separadas). Así, hablaremos también<br />
de eutanasia en los procedimientos técnicos de ejecutar la sentencia de muerte.<br />
Estos procedimientos eutanásicos van desde engañar a los condenados dentro de<br />
un programa nazi de eugenesia racista (se les invitaba a pasar a unas duchas de<br />
las que salían gases letales) hasta vendar los ojos de quien va a ser fusilado; desde<br />
la silla eléctrica -orientada a suavizar la horca- a la inyección letal. Pero también<br />
habrían de ser incluidos en el concepto de «eutanasia penal» el consuelo gastronómico<br />
(un banquete a voluntad del condenado «en capilla») o el consuelo espiritual.<br />
En los autos de fe, si el condenado a la hoguera abjuraba de sus errores ya<br />
en el tablado, podía obtener la conmutación de la pena a muerte por fuego por la<br />
pena de muerte por garrote: esta conmutación tenía un sentido eutanásico, por relativo<br />
que éste fuera; la prueba es que muchos penitenciados se convertían a última<br />
hora buscando una muerte más dulce que la terrible muerte por las llamas.<br />
4. Crítica a los conceptos simplistas de eutanasia.<br />
Hemos distinguido el concepto de eutanasia en el contexto de los procesos<br />
que conducen a la muerte -diríamos, paradójicamente, a la «génesis de la muerte»<br />
(mejor sería decir: a la «génesis del cadáver»)- y aquí principalmente eutanasia<br />
vale tanto como suavización o dulcificación del proceso del moriturus, y el concepto<br />
de eutanasia en el contexto de la estructura o esencia de la muerte misma.<br />
Sin duda, esta disociación puede establecerse en muchas circunstancias, de forma<br />
que sea bueno en un contexto lo que es malo en otro (el «arsénico por compasión»,<br />
tal como lo imaginaba Jardiel Poncela, podía ser bueno aún por el procedimiento<br />
y aún por la intención de las administradoras del veneno, pero la muerte<br />
por él obtenida sería estimada como perversa, como un asesinato, por cualquier<br />
jurado o por cualquier juez, y no sería considerada siquiera como eutanasia).<br />
Ahora bien, la disociación entre los procedimientos y sus resultados no puede<br />
considerarse como algo absoluto. Los procedimientos siempre tendrán componentes<br />
genéricos susceptibles de ser juzgados al margen de los resultados específicos.<br />
Sin embargo, el juicio adecuado sobre un procedimiento dado ha de tener en<br />
cuenta la naturaleza del resultado específico, sólo en función del cual puede llamarse<br />
propiamente «procedimiento». Ocurre como con la conocida distinción de<br />
H. Reichenbach entre «contextos de descubrimiento» y «contextos de justificación»<br />
en los análisis del proceso científico. Sin duda, cabe una amplia disociación<br />
entre ambos contextos, pero esta dialéctica no debe hacemos olvidar nunca que el<br />
descubrimiento sólo lo es tal en función de la justificación, es decir, del resultado;<br />
y que un «descubrimiento» no justificado no es ni siquiera descubrimiento, aunque<br />
comporte algunas características genéricas con los descubrimientos genuinos<br />
<strong>Gustavo</strong> <strong>Bueno</strong>, El sentido de la vida, Pentalfa, Oviedo 1996