Aprender a investigar - Facultad de Periodismo y Comunicación ...
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lemas nacionales, superando al <strong>de</strong>sempleo. Aparecen los “saldos<br />
<strong>de</strong> inseguridad” en las aperturas <strong>de</strong> los noticieros, y comienza el<br />
<strong>de</strong>bate sobre si los medios reflejan o no la realidad <strong>de</strong> la inseguridad<br />
(Kessler, 2009:82). Las figuras <strong>de</strong>l temor aparecerán, como<br />
oleadas mediáticas, en diferentes formatos <strong>de</strong> moda. Al comienzo<br />
fueron los robos <strong>de</strong> taxis, luego los robos exprés, más tar<strong>de</strong> los<br />
“hombres araña” y <strong>de</strong>spués los “motochorros”. En un segundo eje<br />
aparecerán figuras que, según Kessler, configuran la consolidación<br />
<strong>de</strong> una “nueva <strong>de</strong>lincuencia”, eje <strong>de</strong> claro matiz estético focalizado<br />
en las figuras <strong>de</strong> los “pibes chorros” (2009:83). La forma <strong>de</strong> vestir,<br />
la cumbia villera y una estética reivindicativa <strong>de</strong> los que la historia<br />
<strong>de</strong> los años noventa había configurado como los “per<strong>de</strong>dores”<br />
(Svampa, 2005), hizo <strong>de</strong> los jóvenes <strong>de</strong> los sectores subalternos un<br />
fetiche mediático <strong>de</strong> la inseguridad.<br />
En el estudio realizado por Kessler, éste i<strong>de</strong>ntifica ocho grupos<br />
discursivos sobre la inseguridad. Des<strong>de</strong> algunos <strong>de</strong> “<strong>de</strong>recha militante”<br />
que relacionan la inseguridad con la “subversión” <strong>de</strong> los<br />
años setenta y el actual gobierno; una <strong>de</strong>recha “pragmática” que<br />
entien<strong>de</strong> la resolución <strong>de</strong> problema con el aniquilamiento <strong>de</strong>l otro;<br />
discursos anclados en las clases altas <strong>de</strong> “inseguridad jurídica” que<br />
apelan a la “disuasión legal” y discursos opuestos don<strong>de</strong> se niega la<br />
inseguridad (2009:108-133). Representando un discurso <strong>de</strong> “promedio”<br />
y al que suscriben gran parte <strong>de</strong> los medios <strong>de</strong> comunicación<br />
y las ciencias sociales, se adhiere al relato <strong>de</strong> la <strong>de</strong>gradación<br />
pero ligada al incremento <strong>de</strong> la pobreza, el <strong>de</strong>sempleo y la <strong>de</strong>sigualdad<br />
generada en los años noventa. Des<strong>de</strong> esa mirada sobre la<br />
inseguridad centrada en la crisis social, jamás se adhiere a medidas<br />
punitivas extremas; para algunos las soluciones estarán pensadas<br />
por el camino <strong>de</strong> mayor educación, para otros el trabajo, y otros<br />
consi<strong>de</strong>rarán que el problema está en las drogas (Kessler,<br />
2009:118-121). Todos los relatos presentados tienen dos rasgos en<br />
común, la asociación inmediata <strong>de</strong> la inseguridad con los jóvenes<br />
<strong>de</strong> sectores populares, y la figura <strong>de</strong>l ladrón como un actor racional.<br />
Lo primero aparece refrendado en el discurso mediático y en<br />
las ciencias sociales 93 ; lo segundo surge más claramente en algunos<br />
93 Kessler dirá sobre esto que “a medida que el <strong>de</strong>lito se incrementa en paralelo<br />
con la pobreza, la <strong>de</strong>sigualdad y el <strong>de</strong>sempleo, se llega a un consenso<br />
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