NOMADISMO Y €TOPIA - Academia Europea de Ciencias y Artes

JOSÉ IGNACIO RUIZ OLABUÉNAGA
nacional, aunque es al final de los 90 cuando el crecimiento
de la inmigración ha adoptado volúmenes sin precedentes.
De hecho, en tan sólo los últimos ocho años la población
extranjera empadronada en los municipios españoles se ha
multiplicado por seis: de los más de 630.000 empadronados
en el año 98 se ha pasado a los más de 3.600.000 empadronados.
Ello sin contar con las personas de origen inmigrante
que han adquirido la nacionalidad española (y que, por
lo tanto, no quedan registradas como extranjeras), así como
los niños nacidos en España de padres extranjeros que han
adquirido también la nacionalidad española.
Todas las comunidades autónomas han visto incrementar
el volumen de sus inmigrantes extranjeros, pero no todas
lo han hecho del mismo modo. Los grandes núcleos de
recepción constituidos por Cataluña, Madrid y Valencia
mantienen su liderazgo en el tiempo, incluso lo consolidan.
Otras regiones también grandes receptoras de inmigración
hace unos años, como Andalucía, Canarias y Baleares, han
reducido su importancia relativa en este papel receptor de
población extranjera. Aún incrementando el volumen de
sus extranjeros, su crecimiento está muy por debajo de la
media española. Por el contrario, otras comunidades pequeñas,
como Aragón, Murcia o La Rioja, se están convirtiendo
en importantes focos de atracción de la inmigración
extranjera.
Podemos considerar, por tanto, que la movilidad de los
extranjeros no se acaba una vez que han llegado al país, sino
que mantienen elevados niveles de tránsito incluso dentro
del mismo.
La movilidad geográfica no es algo que atañe sólo a la
población extranjera y que se limita a la inmigración desde
el exterior. También dentro de las fronteras podemos
encontrar elevados niveles de movilización de la población,
sea cual fuere el indicador que utilicemos para su
medición.
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