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ellos destacan los realizados por Jean-Martin Charcot y Paul Richer bajo títulos como<br />
Leçons sur les maladies du système nerveux faites à la Salpêtrerière, L´iconographie<br />
photographique de La Salpêtrerière o Les difformes et les malades dans l´art, en los que<br />
los enfermos mentales alcanzaron un destacado protagonismo 59 .<br />
Tanto unos como otros, psiquiatras y anatomistas, fueron los responsables de que<br />
en la primera mitad del siglo XX se conocieran diferentes repertorios de un arte de locos<br />
o con locos, que influyeron en personajes como Marañón que estaban atentos e interesados<br />
ante este tipo de propuestas.<br />
La existencia de estas corrientes de pensamiento y tradiciones, sirven para conocer<br />
el origen de lo que el propio Gregorio Marañón definió como un sencillo experimento o<br />
pasatiempo antropológico 60 . Un “entretenimiento” basado en la tradición neokantiana<br />
que, como vimos, hacía del experimento el único medio para acceder al verdadero conocimiento.<br />
Con él se planteó profundizar en la teoría enunciada por Cossío algunas décadas<br />
antes 61 , aunque ahora fuera formulada de nuevo para permitir su contrastación<br />
mediante el cumplimiento de las leyes de reproductibilidad y falsabilidad, inherentes al<br />
método científico 62 .<br />
En líneas generales, sus trabajos sirvieron para marcar el inicio de una nueva interpretación<br />
del <strong>Greco</strong> al iniciar la construcción de un personaje más cercano al pintor filósofo<br />
que hoy triunfa 63 . En el caso concreto de la relación con la locura, la labor de<br />
Marañón tiene dos aspectos perfectamente diferenciados. Por una parte se produjo la<br />
defensa médica de la coherencia mental del <strong>Greco</strong> 64 , pero, por otra, se le mantuvo en un<br />
mundo de semilocura y en contacto con modelos enajenados, con todo lo que ello venía<br />
a implicar. Su trabajo, no obstante, sirvió para poner fin a propuestas tan disparatadas<br />
como eran las formuladas por otros médicos como Ricardo Jorge, que consideró que el<br />
pintor cretense era un auténtico paranoico. También a las interpretaciones patológicas<br />
defendidas por el Dr. Beritens, siguiendo antiguas sugerencias de Carl Justi, que acha-<br />
Comparación de la figura alargada<br />
de San Bernardino con el efecto<br />
que producen las sombras.<br />
Procede de la publicación de<br />
G. Marañón, <strong>El</strong> <strong>Greco</strong> y Toledo.<br />
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