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Descargar - El Greco 2014

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iote (Hc. 1, 26). En otros pasajes, también se les dieron nombre de apóstoles a Pablo<br />

de Tarso y Bernabé. En el contexto toledano del <strong>Greco</strong>, Alonso de Villegas, en su Flos<br />

sanctorum II (1586 y 1691, pp. 59 y 256), recalcaría la presencia de los once, según narraba<br />

San Lucas, y cómo se sustituyó a San Matías por San Pablo.<br />

<strong>El</strong> <strong>Greco</strong> sustituyó al duodécimo por San Pablo, jamás por San Matías. Y en algunas<br />

ocasiones San Lucas –que como el también evangelista San Marcos no figuró en ninguna<br />

relación de los apóstoles– tomó el lugar de San Bartolomé, aparentemente excepcional<br />

en los apostolados del candiota; no obstante, a veces aparece entre los<br />

apóstoles de la catedral de Toledo como San Marcos un posible San Simón. En otros<br />

casos, como vemos, las cosas no están tan claras 4 , pues sus series presentan diferentes<br />

problemas de identificación de los santos representados, al carecer muchas veces<br />

de inscripciones o haber sido añadidas y no concordar siempre sus iconografías con<br />

las que aparecen en otros conjuntos; da la impresión de que el cretense en muchos<br />

casos prefirió tal ambigüedad, o polivalencia, a una evidente y precisa explicitación del<br />

santo pintado en sus diferentes apostolados; primaba su intercambiabilidad, su funcionalidad,<br />

más que la exactitud o su calidad total; su propia naturaleza era la de serie más<br />

que la de suma de individuos perfectamente reconocibles.<br />

En un texto, fueran los evangelios o sus comentarios o cualquier otro, la identificación<br />

de un apóstol se basaba simplemente en su designación, en la aparición de su<br />

nombre; en una imagen, o éste se incluía como inscripción como se hizo en alguna de<br />

las series, aunque no sabemos si de origen o como información añadida al carecer de<br />

la misma, o se tenían que buscar nuevas fórmulas. Éstas venían de sus propias historias<br />

cuando precisaban episodios específicos con los que se les podía dotar de un elemento<br />

identificador, fundamentalmente el de sus instrumentos de martirio, convertidos<br />

en los principales atributos; los colores de sus vestiduras, túnicas y mantos pudieron establecer<br />

tradiciones en el arte occidental, que los artistas tendían a seguir, pero difícilmente<br />

pudieron sustituir a los instrumentos. Incluso en algunos textos quinientistas de<br />

especial prolijidad, y proximidad al <strong>Greco</strong> por otra parte, como los de Alonso de Villegas,<br />

las precisiones eran limitadas en número y objetos de la vestimenta. Veamos tres<br />

ejemplos recogidos en su Fructus sanctorum y Quinta Parte del Flos sanctorum<br />

(Cuenca, 1594):<br />

“San Pedro, príncipe de los Apóstoles, traía por vestido ordinario una túnica,<br />

de donde tuvo origen la sotana de los clérigos, y un palio, de donde también<br />

le tuvo el manteo que usan, y unos sandalios en los pies, que son al talle del<br />

calçado que traen algunos frailes menores, que solamente defienden que el<br />

pie no toque a la tierra en tiempo frío y húmedo; éstos por otros nombres se<br />

llaman cáligas… de su vestido haze mención San Clemente Papa en sus Recogniciones.<br />

Y hase de advertir en los sandalios que por la parte de la tierra<br />

estavan cubiertos, y por la parte del Cielo, descubiertos, porque a los santos<br />

y varones religiosos háseles de descubrir el Cielo y encubrir la tierra”.<br />

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