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En el libro Los endemoniados en el arte, impreso por primera vez en el año 1887 en<br />
París, Charcot y Richer utilizaron obras de arte de diferentes épocas que solamente representaban<br />
endemoniados - como las citados anteriormente - para trazar una historia<br />
de la histeria. La larga serie de documentos figurativos que reproducen poseídos y endemoniados<br />
retratados durante sus crisis se remonta hasta el siglo V y llega hasta el<br />
siglo XVIII con las imágenes de la Biblia ilustrada por Bernard Picart (1673-1733) donde<br />
las convulsiones de los miembros de la figura representan la agresividad de las crisis<br />
convulsivas. Las primeras imágenes, que representan endemoniados con la misma<br />
postura e inclinaciones de cabeza, tienen un carácter más sagrado que con el tiempo<br />
dejará espacio a un mayor naturalismo. Después se hace hincapié con un carácter<br />
marcadamente histórico en la obra de Carré de Montgeron sobre los convulsionarios de<br />
san Medardo, la parte artística pierde aquí importancia en detrimento de los datos históricos.<br />
En el libro también se encuentra un gran numero de dibujos explicativos hechos<br />
por Paul Richer, profesor de anatomía artística en la Escuela Nacional Superior de Bellas<br />
Artes, que al mismo tiempo ordena el material siempre bajo la supervisión de su<br />
maestro, Charcot.<br />
La parte final del libro nos ofrece un cuadro general de la histeria dividiendo sus ataques<br />
en una serie de etapas. Además, a través del paralelismo de las contorsiones y<br />
movimientos de los antiguos endemoniados con los endemoniados de hoy - posturas<br />
que se repiten en los enfermos que Charcot tratará en el hospital de la Salpêtrière - concluyeron<br />
que se trataba de la misma patología, la histeria. Charcot ingresó en 1862 en<br />
la Salpêtrière, el mayor hospicio de Francia que acogía a cinco mil mujeres que se ofrecían<br />
al doctor como un enorme material convirtiéndolo en una especie de fotógrafo con<br />
el solo fin de retratar los hechos de los que sacar conclusiones. En la Nouvelle Iconographie<br />
de la Sâlpetriére se explota la vocación figurativa de Charcot a través de las<br />
técnicas fotográficas. Para el neurólogo era indispensable mirar una y otra vez, con una<br />
curiosidad inestancable e inacabable; la convivencia entre médicos y pacientes fue una<br />
convivencia formada de posturas del delirio recogidas por los clicks de fotos en blanco<br />
y negro. Y es este espacio del retrato el que invade los veinte y ocho tomos de la Nouvelle,<br />
que representa el resultado final de un saber medico racional y cierto.<br />
En estas fotos la histeria representa un dolor-espectáculo y un dolor-imagen donde<br />
Charcot se transforma de medico a artista de una ciudad dolorosa con su presunción<br />
de inventar una realidad. <strong>El</strong> método visual de Charcot es evidente en sus celebres clases<br />
de los martes, en las cuales cinco enfermas se presentaban delante del anfiteatro<br />
lleno de gente, donde la figuración y la mise en scène se operaba siempre al limite de<br />
la falsificación, en una obsesión de ver, saber y sufrir con la pretensión de tornar visible<br />
algo que pertenece solamente a aquellas mujeres (Didi Huberman, 2007, p. 13.).<br />
La fotografía se reveló como el mejor método de documentación técnica del experimento<br />
de la Sâlpetriére, que buscaba la construcción de una gran máquina de la histeria,<br />
y para descifrarla fue necesario deshacer los cuerpos de las histéricas. Paul<br />
Régnard y Albert Londe fueron los fotógrafos más importantes de la época, a quien<br />
Charcot puso al frente del departamento de fotografía del hospital de la Salpêtrière para<br />
desarrollar nuevos procedimientos de revelado y almacenamiento fotográfico. Las fotos<br />
nos ofrecen cuerpos con posturas que a menudo quedaban mudas y llenas de contradicciones,<br />
poniendo en escena la dramaturgia silenciosa necesaria para poder clasifi-