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“ <strong>El</strong> Glorioso Apóstol San Pablo, admirable dechado de sacerdotes, y prelados,<br />
dize unas palabras tan provechosas como necessarias a los que tenemos<br />
por vocación y oficio la enseñanza de las almas 50 ”.<br />
En las series del <strong>Greco</strong>, Pablo y Tito están siempre presentes, el segundo de forma<br />
indirecta en el papel que sostiene en su mano su maestro. Es posible pensar que la alusión<br />
al estado de la diócesis de Creta en la epístola paulina fuera una referencia, para<br />
quien pudiera entenderla, a la situación de la diócesis toledana que justificaba la necesidad<br />
imperiosa de llevar a cabo su reforma y de pastores que pudieran acometerla.<br />
La figura de Santiago Apóstol es uno de los enigmas de las series apostólicas del<br />
<strong>Greco</strong>. Como vimos, el pintor representa siempre al mismo personaje, ataviado con los<br />
mismos colores en sus vestiduras. Sin embargo, cambia constantemente sus atributos:<br />
un bastón de peregrino en el Museo del <strong>Greco</strong>, un libro en la Catedral y ninguno en Oviedo<br />
y Arteche. <strong>El</strong> enigma se complica mucho más con el caso de Almadrones: el rostro no responde<br />
a ninguno de los santiagos de las otras series; la pose es de Santiago el Menor,<br />
pero el color azul de la túnica es de Santiago el Mayor... y para acabar de complicar las<br />
cosas, no lleva atributo que nos ofrezca una pista sobre la identidad del personaje 51 .<br />
Es curioso que <strong>El</strong> <strong>Greco</strong> aborde de una forma tan imprecisa su representación del<br />
considerado patrón de España. Ni siquiera cuando lo representa aisladamente (Toledo,<br />
Museo de Santa Cruz; Nueva York, The Hispanic Society of America) muestra una iconografía<br />
que claramente nos permita afirmar que se trata de él: en los dos últimos cuadros,<br />
el modelo es el mismo: pies descalzos, túnica y manto y humilde bastón de<br />
peregrino. Las conchas en el sombrero, que rápidamente nos hubieran permitido identificar<br />
al hombre representado en el cuadro con el apóstol Santiago, son difícilmente perceptibles<br />
al estar el sombrero caido sobre la espalda del santo 52 .<br />
Según la tradición, el apóstol Santiago predicó el Evangelio en la Península y, tras su regreso<br />
a Judea, fue martirizado por orden de Herodes. Tras su muerte, su cuerpo fue traido<br />
milagrosamente hasta Iria Flavia, siendo después llevado a Compostela donde, en torno a<br />
sus restos, se organizó el que todavía hoy es uno de los santuarios de peregrinación más<br />
importantes del mundo católico. Pero el patronazgo del apóstol sobre la Península, fue a lo<br />
largo de los siglos ampliamente contestado y lo era en gran medida en tiempos del <strong>Greco</strong> 53 .<br />
Las fuentes más antiguas no mencionan que el apóstol hubiera salido de Jerusalén cuando<br />
padeció martirio y no hay menciones de su fundación de la sede hispana ni en los concilios<br />
ni en los textos primitivos. En tiempos del <strong>Greco</strong> se publicaron numerosos textos que<br />
dan cuenta de la polémica. Uno de los más famosos fue atribuido al VI Condestable de<br />
Castilla, Juan Fernández de Velasco y se publicó con el título Dos discursos en que se defiende<br />
la venida a España del Apóstol Santiago. De él se hicieron varias ediciones e incluso<br />
una traducción al latín que se publicó en Amberes. <strong>El</strong> asunto, defender la veracidad de la<br />
estancia del Apóstol en la Península, la autenticidad de sus reliquias y la legitimidad de su<br />
patronato sobre España, no era para menos y el más importante de los nobles castellanos<br />
no tuvo reparos en unir su nombre a la defensa de esta causa.<br />
Frontispicio de Fray Juan de Alcocer (OFM), Ceremonial de la Missa… Madrid, 1610.<br />
Madrid, BNE, 2/36396.