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Andrea Meldolla, “Schiavone” (1512-1563)<br />
Cristo y los doce apóstoles, ca. 1540<br />
Cristo y los apóstoles, ca. 1548-1550<br />
Trece estampas, 221 x 113 mm.<br />
Fuera de catálogo<br />
Bibliografía: Bénézit, 2006, vo. 12, pp. 601-602; González de Zárate, 1992-96, vol.VII,<br />
pp, 229-233; González de Zárate, 1999, pp. 165-166; The Illustrated Bartsch, vol. 32 p.<br />
62-68 y 69-84.<br />
Fuera de Catálogo.<br />
Uno de los continuadores más destacados del manierismo de il Parmigianino, el italianizado<br />
Andrea Meldolla, también conocido como Andrea Schiavone, a quien ni Vasari<br />
(1511-1574) ni Aretino (1492-1556) mencionaban como grabador, es el autor de las dos<br />
serie de apostolados identificados por Bartsch. Nacido en Zara, localidad cercana a<br />
Dalmacia, pronto se adscribe a los artistas de la escuela veneciana, concretamente a<br />
Giorgione (1477-1510) y Tiziano (1477-1576), introduciéndose poco a poco en el llamado<br />
manierismo parmigianista, cuyos rasgos podemos reconocer de manera inmediata<br />
en los grabados de la primera serie que presentamos en esta exposición.<br />
Reconocemos esa elegancia ya vista en las composiciones del grabador parmesano,<br />
ese movimiento e iluminación tan característicos del boloñés, que vuelven a repetirse<br />
en este Apostolado, que comienza a producir hacia el año 1540, cuando se encuentra<br />
ya bien establecido en Venecia.<br />
Esta primera serie de la que hablamos, Cristo y los doce apóstoles, responde, como<br />
decía, a los años de aprendizaje con il Parmigianino. Schiavone se había familiarizado<br />
con las composiciones de su maestro, y las plasma prácticamente de manera completa<br />
en esta serie. Composiciones como las de San Pedro, San Andrés o San Juan, ilustran<br />
perfectamente la deuda con el boloñés.<br />
Este interés por el grabado de Schiavone muestra la Venecia del siglo XVI, que sigue<br />
los pasos de la Ciudad Eterna. Junto a Roma, Venecia es otro de los grandes centros<br />
de producción y distribución de grabados. La importancia comercial que representaba<br />
su puerto, el nacimiento de una afán coleccionista nacional e internacional, favorecen la<br />
demanda de reproducciones de las obras de los maestros. Como explica Michael Bury<br />
(2001, p. 9), siguiendo los textos de David Landau (1994, pp. 360-363), en la historia<br />
del grabado italiano del XVI podemos distinguir un grupo de artistas-diseñadores, y otro<br />
de transmisores. Estos últimos, favorecidos por la gran demanda de grabados del momento,<br />
se introducen en la competición del mercado reproduciendo modelos ya instalados<br />
y aceptados. Este gran movimiento sin duda favorece a que en la segunda mitad<br />
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