Anuario Espírita 2011 - ¡Bienvenido a Mensaje Fraternal!

misericordiosa para erguirlos hacia Dios! ¡Enséñales Mi Palabra! A través
de Mis lecciones, enséñalos a amar, a servir, a dominar las pasiones,
oponiendo sobre ellas las fuerzas del Conocimiento, a encontrar las sendas
de redención, en el cumplimiento del Deber, que para los hombres tracé,
a sufrir con paciencia, porque el sufrimiento es prenuncio de gloria,
palanca poderosa del progreso. ¡Ábreles el libro de tus recuerdos!
Acuérdate de cuando me oías, en Judea… e ilumínales con las claridades
de mi Evangelio, pues es sólo eso lo que les falta…”
Todos estos puntos demuestran la conexión entre María y Jesús, y
queda clara su tarea de amor en relación con los suicidas, que comenzó
con la atención que ella le dio un día a Judas, que después de entregar a
Jesús a los judíos, entró por la puerta del suicidio.
Humberto de Campos, cuando psicografió a través de Chico Xavier
el libro “Buena Nueva”, en el año de 1940, nos regaló en dos referencias
lindísimas, constantes en el libro editado, también en español por las
editoras IDE-Mensaje Fraternal, capítulos que recibieron los títulos de
“Jesús y el Precursor”, donde nos cuenta la visita que Isabel hizo a María
cuando Juan el Bautista y Jesús eran niños y el segundo titulado “María”,
en el cual nos cuenta la biografía de la gran misionera, refiriéndose a la
fase final de su vida en la Tierra.
Destáquese que Lucas en su Evangelio, capítulo 1, versículos 39
al 45, nos relata la visita hecha por María a Isabel, cuando ésta estaba en
el sexto mes de gravidez, y nos dice que Juan, aún en el vientre materno,
se estremeció cuando oyó la voz de María.
Pero, volvamos al libro “Buena Nueva”, cuando las dos primas,
María e Isabel, conversan sobre sus hijos:
“(…) Lo que me asombra, decía Isabel con una dulce sonrisa, es el
temperamento de Juan, dado a las más profundas meditaciones, a pesar
de su poca edad. Muchas veces, lo busco inútilmente en casa, para
encontrarlo casi siempre, entre las higueras, o caminando a lo largo de
caminos abruptos, como si su pequeña frente estuviese dominada por
graves pensamientos.”
“Creo que esos niños, le respondió María intensificando el brillo
suave de sus ojos, traen para la Humanidad la luz divina de un camino
nuevo…”
“(…) La carpintería ya estaba cerrada y José buscaba la serenidad
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