Anuario Espírita 2011 - ¡Bienvenido a Mensaje Fraternal!

dolorosas de los corazones, se derramaban lágrimas suaves, acentuando
los adioses sentidos de los elementos cósmicos.
Realmente, en aquel día y hora, Eurípedes se libera de los lazos
físicos que lo mantenían preso al vehículo carnal.
A su entierro, ocurrido a las 17:00 horas del día primero de noviembre
de 1918, asistió la población en masa, acrecentada por centenares
de personas venidas de otras localidades.
No había una sola persona que no trajese una flor o una corona
florida. De todos los ojos brotaban lágrimas llenas de saudade y de gratitud.
La tumba sencilla guarda, en el seno tierno de la Madre Tierra, el
vehículo bendito del luminoso Espíritu, que supo escribir una de las
mayores páginas de Amor que el mundo conoció.
En cada corazón se esculpe un pensamiento lapidario, inmortal:
–Gloriaeternaaaquelcuyavirtudmayorfueladeperseverarhasta
el fin, en la Misión de Amor que el Cristo le confió.”
Incluso, sobre su propia desencarnación, las facultades
mediúmnicas de Eurípedes se mostraron fieles a la Verdad.
Por eso, queridos hermanos y hermanas, esperamos que la sublime
inspiración de las almas nobles como la de él, así como una vida de
dedicación y fidelidad a la causa del Cristo, a favor de los menos
favorecidos, nos fortalezca la voluntad del Bien para que, en la acústica
de nuestra conciencia, podamos pensar en desplegar conductas y modos
de vida que correspondan, efectivamente, a la fe que decimos poseer.
Que, bajo la luz de la respuesta a la pregunta 642 de “El Libro de
los Espíritus”, tengamos el mismo valor que tuvo el “Apóstol de
Sacramento” en obediencia a los dictámenes y, también como él, tengamos
la dichosa voluntad de hacer todo el bien que podamos, “al límite de
nuestras fuerzas:
642 – ¿Bastará no hacer el mal para ser agradable a Dios y asegurar
su posición futura?
Respuesta. No. Es necesario hacer el bien, hasta el límite de
nuestras fuerzas, porque cada uno responderá por todo el mal que
resulte del bien que no se haya hecho.
EURÍPEDES BARSANULFO, UN SIERVO DEL BIEN
HASTA EL LÍMITE DE SUS PROPIAS FUERZAS.
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