Anuario Espírita 2011 - ¡Bienvenido a Mensaje Fraternal!
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manchaste en otros tiempos, induciéndola a la prostitución y a las aventuras<br />
infames? ¿No percibes en el olvido terrenal, una de las más poderosas<br />
manifestaciones de la bondad divina hacia las criaturas criminales y<br />
extraviadas? Admito que la experiencia humana para quien observó,<br />
incluso de lejos, como aconteció con nosotros, los resplandores de la<br />
vida espiritual, significa, de hecho, la reparación laboriosa en el seno del<br />
sepulcro; pero nosotros, mi querido Menandro, estamos desde hace mucho<br />
asentados en el crimen. Nuestra conciencia necesita del toque de las<br />
expiaciones salvadoras. La muerte más terrible es la de la caída, pero la<br />
Tierra nos ofrece la medicación justa, proporcionándonos la santa<br />
posibilidad de volvernos a erguir. Renaceremos en sus formas perecederas<br />
y, en cada día de la experiencia humana, moriremos un poco, hasta que<br />
hayamos eliminado, con el auxilio del polvo del mundo, los monstruos<br />
infernales que habitan en nosotros mismos…<br />
El amigo pareció meditar en aquellos profundos conceptos y, dando<br />
a entender que se convencía, interrogó con atención, dirigiendo la plática<br />
hacia otros rumbos:<br />
–¿Cuándo se verificará nuestra definitiva localización en los fluidos<br />
terrestres, con vistas a la nueva experiencia?<br />
–En cualquier momento. Como sabes, muchos de nuestros<br />
compañeros ya partieron. Los benefactores de nuestro destino, que<br />
abogaron la concesión de nuevas oportunidades al esfuerzo remisorio<br />
que desplegaremos, ya nos enviaron el mensaje final, deseándonos felices<br />
realizaciones en los trabajos futuros.<br />
En ese instante, sucedió algo que el grupo de almas sufridoras y<br />
esperanzadas no logró percibir. Una forma luminosa descendía del plano<br />
constelado, semejante a una estrella desprendida del inmenso collar de<br />
los astros de la noche, que ahora se caracterizaba por la sombra más<br />
envolvente y profunda. Casi rozando el centro del paisaje oscuro, tomó la<br />
forma humana, aunque no pudiesen ser distinguidos sus rasgos<br />
fisionómicos, debido a su aureola de deslumbrante esplendor. No obstante,<br />
tal y como acontece en el círculo de las impresiones humanas condicionadas<br />
a las necesidades de cada persona, ninguno de los circundantes<br />
registró, de manera absoluta, su presencia generosa, sino mediante una<br />
íntima alegría, permeada de santas esperanzas. Nadie podría definir el<br />
sentimiento de buen ánimo que se estableció, de modo general. Una elevada<br />
perspectiva de victoria en el porvenir palpitaba ahora, en las<br />
conversaciones. Alguien declaró que, seguramente, en aquel momento<br />
ANUARIO ESPÍRITA 91