Anuario Espírita 2011 - ¡Bienvenido a Mensaje Fraternal!
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mismo, determinará que su modus vivendi refleje el verdadero amor que<br />
el corazón amoroso es capaz de experimentar.<br />
La caridad, cuando es movilizada en pro de la institución familiar,<br />
pone en movimiento las energías íntimas de cada miembro del grupo<br />
doméstico, haciendo que todos logren alcanzar las realizaciones, para las<br />
cuales renacieron.<br />
Importante será reconocer que nadie se halla en una familia por<br />
simple casualidad, desarrollando la conciencia de que no reencarnamos<br />
bajo los cuidados paternales y maternales, o bajo el afecto de los hermanos<br />
y de otros entes secundarios de ese grupo, sin que eso tenga considerable<br />
importancia en el contexto de la vida.<br />
Entonces, si cada uno se dedicara a cumplir su papel, cooperando<br />
con los demás, haciendo esfuerzos para no perturbar en demasía al grupo<br />
familiar, estará, sin duda, en franco ejercicio de la caridad doméstica.<br />
Estará actuando con el dinamismo del amor, aunque no encuentre<br />
reciprocidad, por parte de sus dependientes afectivos y de otros familiares.<br />
Cuando la caridad se presenta en la pauta de la actividad, lleva a<br />
cada trabajador a buscar su mejor desempeño, convencido de que está<br />
prestando un servicio a alguien, a algún grupo o a la sociedad como un<br />
todo, sirviendo con los recursos divinos del saber y de las habilidades<br />
que posee. Con esto, demostrará que quiere el bien, que aprecia la<br />
honestidad, que vive la honradez de quien mueve en sí mismo, y a su<br />
alrededor, las energías del amor.<br />
Si es en la esfera de la vida religiosa donde encontramos la caridad,<br />
nos deparará con la búsqueda de la madurez, la ampliación del entendimiento<br />
en torno a la vida terrena y su relación con la inmortalidad<br />
espiritual. Hallaremos, ahí, el desarrollo del sentido moral, que permitirá<br />
al individuo religioso despegarse del sentimentalismo enfermizo, de la<br />
ingenuidad crédula e incluso del fanatismo, siempre pernicioso, pasando<br />
a adoptar el discernimiento, la reflexión y el buen sentido sin temores,<br />
sea cual fuere la cuestión o la situación analizada.<br />
Esa independencia y responsabilidad, con la buena selección del<br />
material nutritivo de nuestra fe, por los filtros de la razón, equivale a la<br />
acción del amor que libera, por lo tanto, la labor de la caridad.<br />
Puesto que la caridad puede y debe actuar en las relaciones sociales<br />
de las personas, tenemos la ocasión de emprender esfuerzos por respetar<br />
ANUARIO ESPÍRITA 161