Anuario Espírita 2011 - ¡Bienvenido a Mensaje Fraternal!

Entonces, un nuevo aliento me inundaba el alma y yo proseguía, dando
lo mejor de mí, anónimo y solitario, en el rutinario día a día, esparciendo las
enseñanzas del Maestro sin alarde, de forma tan suave y discreta que yo
mismo llegaba a dudar de la eficacia de la tarea. ¿No sería mejor gritar a
los cuatro vientos, asumir, dejarlo todo bien claro? ¡Esas dudas, esos miedos,
esas incertidumbres, creo yo que son comunes a todos los que se proponen a
trabajar por Él!
Cuando la fiera inmensa y hambrienta despertó de su temporal
estupor lanzándose por los aires con redoblada furia, ni siquiera pude percibir
o sentir su impacto. Mis maravillados ojos estaban fijos en la figura iluminada
del Maestro, parado en la arena, sonriendo a todos los que en su nombre
iban a sacrificar sus transitorias existencias. Angelicales criaturas lo
acompañaban, en sus translúcidas y albas vestiduras, rozando el suelo
manchado de sangre, prestando socorro a los que caían destrozados por los
pobres animales, durante mucho tiempo privados de alimento y enloquecidos
por los gritos de la multitud. En aquel instante, el alarido de la turba dejó de
existir, siendo sustituido por una suave melodía de los cielos, divino escenario
de hosannas a la vida perenne del espíritu y sus conquistas evolutivas.
Pasando los ojos por la muchedumbre, los sentí humedecidos; generalizada
nube oscura la envolvía, resultante de pensamientos y deseos estribados en
el desamor, en la crueldad, en la ignorancia. Recordé el día en que también
había estado en medio del pueblo, si bien, discordante y silencioso, frente a
la cruz donde Jesús agonizaba, percibiendo en sus cansados y violáceos
ojos, lágrimas de compasión e infinito amor. ¡Él volitaba por encima de
nuestro entendimiento, pleno, divino!
Delante de mí, la multitud continuaba agitada, extraño y enmudecido
elenco de títeres de las tinieblas individuales y colectivas. En medio de ella,
noté pequeñitos focos de luz, pocos infelizmente: almas piadosas se hurtaban
al deprimente espectáculo de salvajismo, orando por los que caían en la arena…
Silenciosamente, dirigí un voto de gratitud a los sacerdotes que
inconscientemente me habían impelido hacia el Maestro. ¡Espía!, tarea nada
digna que me permitió conocer el Camino, la Verdad y la Vida: a Jesús.
Marcos Virgilio
(Mensaje recibido por la médium Cirinea Yolanda Maffei, traducido de la
obra “Hombres Notables - Historias de Palestina en los Tiempos de Jesús”, Editora
Buena Nueva, páginas 131 a la 162, Catanduva, São Paulo, Brasil.)
88
ANUARIO ESPÍRITA