Anuario Espírita 2011 - ¡Bienvenido a Mensaje Fraternal!

historia del mundo casi siempre homenajea a las personas sin valores
morales al tomar decisiones.
Entonces me di cuenta, porque por la historia conocía a aquel
político, y el espíritu me dijo:
–Ella es aquel hombre, no acepta que alguien le ofrezca una comida
limpia, la tira a la basura para ingerirla después. Esto es fruto de un
complejo, una culpa interna.
Y yo me quedé más triste todavía. Jamás lo podría haber imaginado,
y el espíritu completó:
–Hay múltiples plazas, avenidas, calles con nombres importantes,
y esas personalidades no lo merecen, no merecen ser homenajeados.
Vuelven reencarnados para limpiar la basura de aquellos sitios que tienen
sus nombres antiguos. Vuelven para cocinar en las cocinas que les
brindaron su consideración. Vienen para tratar los jardines que tienen sus
nombres del pasado para que aprendan con la humildad, con las cosas
sencillas, a merecer no las ofrendas del mundo, sino el homenaje del
corazón y de la mente.
Entonces nosotros mismos, cuando conocemos las leyes de la
reencarnación, debemos pensar que regresaremos, volveremos a los
mismos sitios donde cometimos nuestros horrores.
Es verdad, y nosotros los Espiritistas lo sabemos. Nosotros sabemos
que somos inmortales, que reencarnamos, sabemos que hay múltiples
mundos habitados, la pluralidad de los mundos habitados, como dijo Jesús,
“en la Casa de mi Padre muchas moradas hay”, moradas de todos los
niveles, para todos los tipos de espíritus, y el Espiritismo lo confirma,
cuando Allan Kardec, en el “Libro de los Espíritus” en la pregunta 55
desea saber si son habitados todos los mundos que giran en la inmensidad,
y el Espíritu de Verdad le contesta que sí y que el hombre de la Tierra, al
contrario de lo que se supone, no es el único dotado de sabiduría, de
conocimiento, de virtudes. Cuando Jesucristo nos dijo que su rebaño existía
en otras moradas de Dios, dijo que tenía otras ovejas que no pertenecían
a este rebaño; el rey solar, enseñándonos que todos los mundos que giran
en la amplitud celestial, son habitados por múltiples tipos de vida.
Si nosotros tuviésemos certeza de eso, creeríamos que somos
dueños de las estrellas, hijos de Dios, herederos suyos. Cada uno de
nosotros tiene una estrella que le pertenece, pero, para gobernarla
tendremos que evolucionar, que crecer, que desarrollar nuestra propia
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