Anuario Espírita 2011 - ¡Bienvenido a Mensaje Fraternal!

Los frecuentes viajes de Magda a Brasil, tenían como objetivo
principal dar recitales y ofrecer cursos, en los cuales desarrollaba métodos
especiales de aprendizaje musical con nuevas técnicas que permitían el
máximo de rendimiento, con el menor esfuerzo físico.
Recorramos ahora la obra “Casi Todo… –Memorias”, de la
distinguida pianista Magdalena Tagliaferro, (Editora Nueva Frontera, Río
de Janeiro, 1979).
1 – El Corazón del Mundo y la Patria del Evangelio, con expresivo
porcentaje de franceses reencarnados.
1.1 – Pág. 17: Es bastante comprensible el siguiente pasaje de
Magda Tagliaferro para toda la familia espírita luso–brasileña que tiene
la posibilidad de leer, desde 1938, la obra maestra “Brasil, Corazón del
Mundo, Patria del Evangelio”, del Espíritu Humberto de Campos, por el
médium Francisco Cândido Xavier, libro que debemos leer y releer, todas
las veces que alguien a nuestro alrededor dude del elevado destino de
nuestro País, ante las dificultades de orden político y económico que
convulsionan a todo el mundo materialista:
“En aquella época –más que ahora– se hablaba en Brasil el lenguaje
del corazón, característica de los pueblos que no sufrieron por exceso de
civilización. Y que además, es tan típico del temperamento de los que
viven en los trópicos que, aún hoy, a pesar de las influencias alienantes,
nos envuelven en Brasil en atenciones y sentimientos, que sólo allí vamos
a encontrar.”
1.2 – Pág. 163: Refiriéndose a Philippe Rondest, actor de la
Comedia Francesa, quien recibió calurosos aplausos de los franceses
reencarnados en la Patria Brasileña:
“Philippe nunca creyó que el público brasileño fuese tan accesible
a todas las sutilezas de la lengua francesa. Debo agregar que él, en lo
particular, tiene mucho éxito. En fin, la fórmula poético-musical agradó
al máximo, bajo todos los puntos de vista.”
2 – Sintiendo la presencia inconfundible de un Espíritu Superior.
2.1 – Pág. 22: Parece que después de tocar el primer movimiento
de la sonata de Carl María von Weber, en La bemol mayor:
“Mi pie temblaba sobre el pedal, mis ojos estaban nublados por las
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