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Anuario Espírita 2011 - ¡Bienvenido a Mensaje Fraternal!

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de paz, me acordaría de ti y encontraría en ese recuerdo el manantial de<br />

valor y de los estímulos santos!...<br />

Ella pareció meditar profundamente y contestó:<br />

–Imploraré a Jesús que me conceda la alegría de regresar a la Tierra<br />

a fin de atender a mi ideal, que se constituye, a mis ojos, de sacrosantos<br />

deberes.<br />

–¡Tú! ¿Regresarás? –preguntó el réprobo, ebrio de esperanza.<br />

–¿Por qué no?, –explicó Alcione con dulzura–. ¿No será el planeta<br />

terrestre un lugar situado también en el Cielo? ¿Olvidaste que la Tierra<br />

nos ha enseñado cual madre cariñosa, en la grandeza de sus experiencias?<br />

Muchas veces, nosotros en calidad de hijos de ella, manchamos su faz<br />

generosa con delitos execrables, pero, fue en su seno que el Maestro<br />

surgió en el sencillo pesebre y levantó la cruz divina, encaminándonos al<br />

servicio del perdón.<br />

–¡Ah!, si Dios permitiese al mísero penitente que soy –dijo Pólux,<br />

dominado por indescriptible alegría– la ventura de oírte en el estrecho<br />

círculo terrestre, creo que nada tendría que temer en la senda reparadora…<br />

Alcione notó su desbordante alegría y ponderando sus<br />

observaciones, palabra por palabra, contestó:<br />

–Antes de la mía, precisarás oír la voz del Cristo, y si Él con su<br />

infinita bondad permite mi regreso a la Tierra, jamás olvidemos que vamos<br />

a regresar allá, no para obtener gozos prematuros, sino para sufrir juntos<br />

en el camino redentor, hasta que podamos efectuar el vuelo supremo de<br />

felicidad y unión, en demanda de esferas más elevadas. En la obra de<br />

Dios, la paz sin trabajo es ociosidad con usurpación. ¡No apartes los ojos<br />

del cuadro de sacrificios que nos compete hacer a favor de nosotros<br />

mismos!<br />

–Sí, Alcione, tú eres mi ángel bueno –murmuró él entre lágrimas.<br />

Enséñame a recorrer las sendas depuradoras. No me desampares. Dime<br />

cómo debo proceder en la Tierra. Repite que no te apartarás de mi camino.<br />

Inspírame el deseo santo de rescatar mis pesados débitos, hasta el fin…<br />

Sentado, en actitud humilde, el mísero sufridor guardaba la cabeza<br />

entre las manos, enjugando las copiosas lágrimas.<br />

Alcione le acarició los cabellos con ternura y le dijo dulcemente:<br />

–No temas la prueba de purificación que te conducirá al júbilo en<br />

96 ANUARIO ESPÍRITA

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