Anuario Espírita 2011 - ¡Bienvenido a Mensaje Fraternal!
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dia, auxiliada por queridos tutores de la Espiritualidad, que casi todos,<br />
fueron ilustres figuras en la antigua India…”<br />
“–Entonces, ¿fuiste también hindú, mi querida niña, en esa pasada<br />
existencia a la que te refieres?...” – indagamos, conmovidos, percibiéndola<br />
emocionada y seria.<br />
–¡Oh, no! – respondió con vivacidad –. Fui europea y no hindú de<br />
nacimiento, pero sí de corazón… Viví en India como miembro de una<br />
familia de misioneros extranjeros… Amé aquella Patria, donde crecí y<br />
me crié… La adopté con el corazón, porque allá contraje matrimonio, en<br />
el seno de la aristocracia, y allá permanecí para siempre, voluntariamente,<br />
entre mis pobres niños y las labores y luchas consecuentes de ello…<br />
–Cuéntame, entonces, tu historia en India, que deberá ser interesante<br />
y original, para que yo la trasmita a los amantes de las obras mediúmnicas…<br />
–Hoy no lo podría hacer…Tal vez más tarde –¿Quién sabe?–, si<br />
nuestros Maestros lo permiten… De momento, sólo le pido que trasmita<br />
a los míos la idea que le expongo, pues mi mayor anhelo, por ahora, es el<br />
de contemplar, un día, a mis padres y hermanos frente a esa labor en<br />
torno a la mujer gestante desamparada y del recién nacido sin recursos,<br />
sobre la Tierra… mientras alguien más y yo, desde el Espacio, dirigiremos<br />
la obra espiritualmente.<br />
<br />
Mientras tanto, la benévola actuación de la joven Elizabeth Santos<br />
–o de su Espíritu–, en medio de la familia a la que perteneció, no se<br />
limitó a los dos pequeños episodios narrados. Se diría que ella se había<br />
transformado, también, en el ángel bueno de sus familiares y que su misión<br />
entre los mismos implicaba la preocupación de atraerlos hacia sublimes<br />
meditaciones espirituales.<br />
Dijimos antes y repetimos que, exceptuando al jefe de la familia<br />
Santos y a su consorte, ningún otro miembro de la misma se interesaba<br />
por los asuntos psíquicos, existiendo, incluso, algunos con acentuada<br />
aversión a la creencia espírita. No obstante, de la época de la primera<br />
aparición de la niña Elizabeth hasta el momento en que agregamos el<br />
presente párrafo al capítulo escrito hace tres años, se sucedieron<br />
significativos acontecimientos en el seno de aquella familia. Resoluciones<br />
audaces, tomadas por sus padres y hermanos, crearon una organización<br />
130 ANUARIO ESPÍRITA