Anuario Espírita 2011 - ¡Bienvenido a Mensaje Fraternal!
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de las que disponía el Imperio Romano, para garantizar la tranquilidad y la<br />
sumisión en las naciones bajo su férreo yugo.<br />
En los últimos meses, había recorrido las calles de la populosa ciudad<br />
y las aldeas que la rodeaban, observando los procedimientos del orgulloso y<br />
nunca resignado pueblo que había sido dominado, sintiendo en el aire el<br />
descontento. Trabajando en los palacios, presenció en innumerables<br />
oportunidades contactos entre dignatarios romanos y judíos, éstos luchando<br />
desesperadamente para mantener la ascendencia sobre el pueblo, incluso al<br />
elevado precio de una forzosa alianza con el enemigo. Los sacerdotes, aquellos<br />
mismos que se apostaban en las tribunas del templo, enarbolándose como<br />
consejeros espirituales, discretamente entraban en los lujosos salones de los<br />
mandatarios de Roma… Ciertamente, la mayor parte de los conclaves políticos<br />
no tenían nada de religioso, pero sí de preocupaciones materiales: dinero,<br />
bienes y, principalmente, poder. Al salir, simulaban en sus rostros una máscara<br />
de piedad y resignación, bajando sus cabezas. Era imposible dejar de sonreír,<br />
pues conocía las intenciones reales por debajo de la apariencia de santidad;<br />
¡sus oídos de soldado habían escuchado los acuerdos y las palabras de doble<br />
sentido, y sus ojos observaron su conducta calculadamente servil!<br />
“Raza de hipócritas…” ¡Así los calificaría el Maestro!<br />
Se referían a Jesús con rabia y preocupación, pintándolo a los ojos de<br />
los representantes romanos con los colores de la traición y del resentimiento,<br />
recomendando que se previniesen contra su perniciosa influencia sobre el<br />
pueblo, solicitando que utilizasen la autoridad y el poder de Roma para<br />
interferir, pues la subversiva criatura amenazaba no sólo la tranquilidad de<br />
las clases religiosas judaicas, sino también a los romanos, enfrentándose a<br />
todos de manera ignominiosa. Relataban que, bajo la pretendida capa de<br />
respeto a las costumbres de su propio pueblo, el hombre injustificadamente<br />
llamado Rabí osaba colocarlos en una difícil situación, porque, actuando en<br />
nombre del Dios de Israel, echaba por tierra dogmas y rituales, añadiendo a la<br />
ley de Moisés nociones que llevarían a las criaturas a la búsqueda interior,<br />
suscitando peligrosos cuestionamientos. ¡Había entrado al Templo! Mal<br />
acogido, no se amedrentó, retirándose simplemente, volviendo a playas y<br />
caminos, campos y casas, lugares para el ejercicio de su ministerio, loando al<br />
Señor Dios, ¡imaginen, hacer eso, bajo las estrellas! Curaba los sábados,<br />
enfrentaba la sabiduría de los doctos, predicaba el desapego a los bienes<br />
materiales, inclusive, ¡hasta se atrevió a cuestionar la presencia de vendedores<br />
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ANUARIO ESPÍRITA