Anuario Espírita 2011 - ¡Bienvenido a Mensaje Fraternal!

de cuatro meses sirviendo como enfermera junto a la doliente, pues
estaba aquí frecuentemente, reposaba tranquilamente durante gran parte
de la noche, serena y confiada, sin ninguna clase de excitaciones
mentales. No obstante, durante la madrugada, despertó reconociéndose
perfectamente en posesión de sí misma, pero observando una extraña
claridad en el aposento, que estaba a oscuras. Su hermana Zinda dormía
pesadamente, como vencida por un sopor que más se asemejaba a una
profunda letargia de un trance mediúmnico que a un sueño natural. Pero,
súbitamente, comienza a elevarse del suelo cerca de un metro, tal vez
más, Eunice distingue un aglomerado de materias sutiles, como una
humareda lucífera, trayendo coloraciones levemente amarillas, muy
luminosas y delicadas. Poco a poco, esa materia, o esencia, que
recordaría a los cirros de invierno, tomaba forma, imperceptiblemente…
hasta que, en el auge del asombro y del deslumbramiento, el doble, o
cuerpo espiritual de “Betinha”, cuyas formas carnales yacían sepultadas
desde tres días antes, se presentaba en la plenitud de su gracia y belleza,
luciendo un lindo vestido de baile, color de rosa, cuyo modelo
recordaría al clásico “Emperatriz Eugenia”. La materialización era
perfecta, acentuando particularidades; encajes, cintas, flores azules sobre
el lindo tono rosa que guarnecían la insólita indumentaria de
Ultratumba…
“Admirada y feliz, Eunice intentaba despertar a la hermana que
continuaba inmersa en profundo sueño en el lecho cercano, para que
igualmente disfrutase el deslumbramiento de la hermosa aparición,
recordando a los pastores de Judá, que unos y otros despertaron, a media
noche, al sorprenderse con la manifestación celestial que les comunicaba
el advenimiento de Jesús, en la noche sublime de Belén. Pero, Zinda es
incapaz de despertarse… apenas emite, extensos gemidos, largos
suspiros… pues es ella la médium de “efectos físicos”, que ignora su
propia facultad, porque no profesa la fe espírita… y que suministra
elementos (ectoplasma) para la garantía de la aparición. No obstante, la
manifestación no fue larga. Eunice, que aturdida ante el hecho
extraordinario, del que jamás había participado y que desconocía, no tuvo
la disposición de espíritu de rogar a la hermana materializada que se
detuviese así, por algunos instantes, mientras iba a despertar a las demás
personas de la familia, para que igualmente contemplasen a ‘Betinha’,
resurgida del silencio de la muerte para probar a todos su propia
inmortalidad. ¡Aun así, sin que hayamos tenido tiempo de verla también
como Eunice la vio, nos consuela saber que nuestra hija vive feliz en la
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