Anuario Espírita 2011 - ¡Bienvenido a Mensaje Fraternal!

otra, conquistó en el corazón de los pobres, el título de médico, sin haber
cursado esos estudios en la Facultad correspondiente.
Después de la conversión, sus esfuerzos en ese sentido, permitieron
ampliar la modesta farmacia, que se había transformado en un verdadero
laboratorio y oasis de esperanza, llevando recetario mediúmnico y
medicación, gratuita, a cualquiera de los desesperados que tocase a su
puerta.
La vida de Eurípedes fue un portento de bellezas en la Caridad, en
la Mediumnidad, en el Servicio Desinteresado a los afligidos, en la Lucha
en pro del Bien, que envolvieron sus fuerzas tanto en el área de la
Enseñanza, como en la Asistencia Social, como en la farmacia de
manipulación de medicamentos que hizo ampliar el número de los
beneficiados que buscaban su amparo.
Personas de varias partes de Brasil acudían a Sacramento, para
servirse de sus facultades curativas, de sus remedios gratuitos, en la
atención indiscriminada a todos los que le pedían orientaciones. Eso sin
mencionar el gran volumen de correspondencia que llegaba a sus manos,
con la exposición de los problemas de salud enfrentados por el paciente y
la solicitud de remesa de medicamentos, en una especie de consultas a
distancia.
Y de cada una de las facetas de ese hombre universal, se podría
escribir un vasto y detallado libro, coleccionando no sólo las noticias que
quedaron registradas por escrito, sino también los relatos orales de los
que convivieron con su bondad y de los descendientes que cultivan la
memoria inigualable del Siervo Fiel de Jesús.
No obstante, no se podría terminar este incompleto noticiario sin
dar a conocer la dedicación de Eurípedes, sirviendo de ejemplo para todos
aquellos que quieren encontrar el verdadero sentido de vivir y esforzarse
en imprimir un Sentido Verdadero a su propia Vida.
Innumerables veces, valiéndose de las revelaciones de Vicente de
Paúl, quien guiaba sus tareas, Eurípedes comenta con los colaboradores
más próximos que no tardaría en dejar la vida física. Corría el año de
1918 y el mundo continuaba envuelto por las brumas pesadas de la guerra
europea. Nos relatan sus biógrafos que Eurípedes sabía exactamente la
fecha y la hora de su propio desenlace, sin que eso le provocase ningún
asombro o temor.
Nos dice Corina Novelino:
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